Mientras me conservo en el anonimato del subsuelo traquetea el gran gusano de acero.
Tomo asiento con el pulso desvanecido del día que se aleja. Elvis me susurra al oído y me sumerjo en las páginas vividas de una correspondencia. Tengo entre mis manos la epopeya de una amistad entre dos amigos ya fallecidos. Kerouac y Ginsberg.
A mi lado una dama joven se acicala. Tiene buen tino. Ha conseguido realzar su belleza. Difícil empeño. Coge su móvil he imagino que le mandara un dardo envenenado de amor a su galán diciéndole que no se apure.
Y así vuelvo a maravillarme. Pienso en la correspondencia de los dos escritores que acompañan mi devaneo. Ahora que las misivas mueren arrinconadas y olvidadas.
Como urge la correspondencia entre dos genios abriendo sus poros en la lagrima de un amanecer y en la duda constante de la noche atormentada cargada en sus venas.
Así es como hecho de menos el arte epistolar del que gustaba mecerme y acompasar la vida de mis compañías de viaje. El gusto de la crecida de los años compartidos con los renglones torcidos en unos sobres remitidos. Que alegría entrever el papel blanco por la rendija de un buzón. Era la presencia consentida de la amistad o el dardo envenenado del desamor. O quizás la correspondencia fructífera de un amor al que abrir tu interior al mismo tiempo que rompía con el filo de un abrecartas el devenir de tu sobre.
Oh quimeras departidas y compartidas en la intimidad de tu habitación o al regusto de un café escribiendo unas líneas para mostrarte y saber de los tuyos.
Ahora todo se ha vuelto más impersonal. Junto a los Correos masivos y los e mails sin respuesta, numerosos Correos de fotos, chistes, elucubraciones varias, creaciones para gente con sobrante de tiempo. En definitiva los lazos que unían las cartas analógicas ahora con la tecnología digital se han debilitado ya que estas confrontaciones entre dos personas van desapareciendo para inundarnos de una información saturada y prescindible.
Ya no se donde viven esta Pléyade de usuarios asociados. Y algunos ni asocio quizás con un nombre real y mucho menos se si lo reconoceré por la calle. Será que me hago mayor y a nadie le interese una epístola que tan solo se preocupe y te diga: "Hola querido, como estas? El motivo de la presente es simplemente saber de ti. De tu vida. Yo por mi parte...
Tomo asiento con el pulso desvanecido del día que se aleja. Elvis me susurra al oído y me sumerjo en las páginas vividas de una correspondencia. Tengo entre mis manos la epopeya de una amistad entre dos amigos ya fallecidos. Kerouac y Ginsberg.
A mi lado una dama joven se acicala. Tiene buen tino. Ha conseguido realzar su belleza. Difícil empeño. Coge su móvil he imagino que le mandara un dardo envenenado de amor a su galán diciéndole que no se apure.
Y así vuelvo a maravillarme. Pienso en la correspondencia de los dos escritores que acompañan mi devaneo. Ahora que las misivas mueren arrinconadas y olvidadas.
Como urge la correspondencia entre dos genios abriendo sus poros en la lagrima de un amanecer y en la duda constante de la noche atormentada cargada en sus venas.
Así es como hecho de menos el arte epistolar del que gustaba mecerme y acompasar la vida de mis compañías de viaje. El gusto de la crecida de los años compartidos con los renglones torcidos en unos sobres remitidos. Que alegría entrever el papel blanco por la rendija de un buzón. Era la presencia consentida de la amistad o el dardo envenenado del desamor. O quizás la correspondencia fructífera de un amor al que abrir tu interior al mismo tiempo que rompía con el filo de un abrecartas el devenir de tu sobre.
Oh quimeras departidas y compartidas en la intimidad de tu habitación o al regusto de un café escribiendo unas líneas para mostrarte y saber de los tuyos.
Ahora todo se ha vuelto más impersonal. Junto a los Correos masivos y los e mails sin respuesta, numerosos Correos de fotos, chistes, elucubraciones varias, creaciones para gente con sobrante de tiempo. En definitiva los lazos que unían las cartas analógicas ahora con la tecnología digital se han debilitado ya que estas confrontaciones entre dos personas van desapareciendo para inundarnos de una información saturada y prescindible.
Ya no se donde viven esta Pléyade de usuarios asociados. Y algunos ni asocio quizás con un nombre real y mucho menos se si lo reconoceré por la calle. Será que me hago mayor y a nadie le interese una epístola que tan solo se preocupe y te diga: "Hola querido, como estas? El motivo de la presente es simplemente saber de ti. De tu vida. Yo por mi parte...
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