Artículo publicado el diario digital La Opinión de Trujillo el 14/01/2013
Afrenta de fiebre, discurso de sábana y sudor. Así he estado hoy, con la cuita de la dama y la gripe ahogándose en los efluvios de los minutos transcurridos. Es el frío que llegó y aventó mis huesos. Es el pronombre enfermo de la humedad en las casas vacías. Son los Reyes Magos de mi pueblo que me regalaron la gripe a pesar de braseros y estufas, de calefacciones eléctricas que no calientan nada más que las facturas de los que pagan. Y así, la paja de mi cuerpo se heló en el frío interno que, por fin, me postró en cama un domingo de enero.
En esta situación reviví una situación de días pasados. Un viejo amigo me encontré en la tertulia de un café. Javi Jerry Lee, al que conocí allá por el año 87 u 88 y desde entonces acompaña los pasos de mi vida, con mayor o menor intensidad. Pues bien, después del intercambio de saludos y de puesta al día de lo que ya conocimos, se aprestó a criticar plausiblemente ciertas cosas que no le cuadraban. En este caso una me llamó la atención y fue el detonante que hizo que reflexionase sobre el tema y no encuentro una respuesta coherente.
La preocupación a carta cabal de mi amigo y por ende, mía y de otros a los que comente el tema, era la celebración estentórea del poder de los Reyes Magos. En un país en el que según cuentan y sufren, la crisis arrebata dineros y trabajos, que carcome las conciencias del pequeño contribuyente y es tumor maligno de difícil solución y absolución.
Pues bien, el asombro constante era ver, ante la típica pregunta “qué te han echado los Reyes”, el mayor de los botines en boca de piratas de otros tiempos. Y el botín cada vez era mayor. Es un asunto que da que pensar.
Respecto a los que pueden gastar y quieren ser espléndidos nada que objetar. Aunque según Javi Jerry Lee hay un peligro constante respecto a la cantidad de regalos entregados a los niños, ya que no valoran los vástagos realmente lo que cuesta un regalo. No como antaño que con pocos regalos éramos felices mucho más tiempo. Ahora, los niños se cansan pronto y tal cantidad de presentes no sacian sus motivaciones, pues al estar criados en un mundo de nuevas tecnologías, sus apetencias son de usar y tirar. Lo digo por los comentarios de varios padres de familia. Incluso, alguno se ha percatado de que lo que más les ilusiona es desenvolver y enredar con los papeles de regalo, más dados a realizar un acto de interacción y de atención que otra cosa. Es más, con la carrera espacial de los juguetes se está consiguiendo mermar la capacidad cognitiva y afectiva del niño con el medio y su entorno.
Es cada vez más frecuente ver en los recreos de los colegios la inapetencia de los críos, espacio en blanco que no rellena, ya que son minutos que no sabe emplear y no conoce el verbo jugar, compartido con otros niños. La pantalla, la máquina les falta entre sus manos y la creatividad ya no es suficiente para enfrentarse al mundo real. No sé qué pensaría Asimov, pero puede ser un verdadero problema en el crecimiento la falta o el poco estímulo que se realiza para el desarrollo de las técnicas y objetivos del niño a corto y medio plazo, y que derivarán en un futuro de carencias en este aspecto. Es más, me atrevo a pensar en un proceso inverso al narrado en la literatura de ciencia ficción: no se crearán robots que se vayan pareciendo al ser humano, sino que será el hombre cada vez más cercano a un robot o a un ciborg.
En breves líneas, es lo que me planteó respecto a los Infantes de cada casa. Luego, de una manera socarrona e irónica, tratamos los regalos de los que dicen no tener. Los que, acuciados por las deudas, que no esperan de los bancos perdón y de los que el trabajo se olvidó. Irónicamente, quizás, producto del bourbon y de que las notas de un "Thats all right, mama" nos dejase llevar al ritmo de la risa y no caer en depresión. Ironizamos y quizás exageramos, pero no tanto como algún fantasma suelto o alguno que no quiere caer de su pedestal por el que dirán. De ahí también puede que vengan los lodos de esta España nuestra.
A todo lo cual, Javi Jerry Lee me preguntó cuáles habían sido mis regalos de Reyes. Sonreí y dije: un fabuloso viaje, el fin de semana de Reyes a Trujillo, una estancia en mi casa de las Huertas de Ánimas, el amor de mi chica, el cariño de mi madre, los ratos compartidos con los amigos, una tómbola y una gripe a punto de preñar.
. Y a ti, qué es lo que te han echado, fue mi repregunta.
-Rock and roll. Espero que este año haya mucho rock and roll. Me dijo.
Sin más elucubraciones dejo descansar mis virus no vaya a contagiarles. Hasta la semana que viene amigos. Disfruten de mi ausencia.
En el silencio de la noche resuenan con alegría los cánticos de mi tierra. Y es ese recuerdo el que hace aflorar el sentimiento de la blanca navidad. Destellos y ráfagas de valores desgastados con el tiempo. Ajados por el desuso y el derrumbe de las buenas intenciones y los actos honestos, humildes consignas de una fe humana resquebrajada en los tiempos de fechas celebradas. Por ello sana es la intención del buen deseo. Que no sea quimera como fiebre de vil metal. Costumbre cabal y querida la de una ilusión sentida año tras año al privilegio de la amistad sostenida en la vida. Al compromiso vital de hallar la estima y la Salud en carta cabal y en la fortuna dichosa de agradecer y sentir la vida cada día. Porque como la Navidad sea una plegaria constante en el nuevo año que te contempla. Como diría el Papa Francisco: “No vivamos una fiesta falsa y comercial”. Complicado empeño aunque resuenen los cánticos de Mi Pueblo. Feliz Navidad. Alma y aullido. JaviJerryLee ©️ 2022
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