Artículo publicado en el Periódico digital La Opinión de Trujillo el 19/02/2013.
El shock fue certero, en la mañana de su primera semana en la agencia de noticias. Días de intenso fulgor, la que tocó una canción triste en el hueco solemne del corazón. Ajetreo de sentimientos y noticias al rigor del instante. Pulso de ritmo y energía. Tanta información desbordó el pulso y en un desmayo repercutió su cuerpo. El descanso era de vital importancia. Tanta información era angustiosa. Vil negación a la calma. Recomendaron minutos de tranquilidad. Vital existencia de música y lectura. De silencios y pensamientos de sencillas trazas. Paseos que rememorasen la libertad y la contemplación. Evadido de los sinsabores de los desalmados y los partidarios de la confrontación. Derroche de salud en aras de progreso de unos cuantos instalados en las alcobas del poder de los menesterosos de las ínfulas altaneras de las gárgolas de las alturas.El sobre cerrado abandonado y el remitente impreso con el nombre de Bárcenas fue escalofrío en estéreo. Decidió devolverlo. No quiso abrirlo de nuevo. Aprovechó para escribir a la Curia romana para certificar la valentía de la máxima autoridad. Quiso pensar en la honestidad de la decisión, cuestión ésta de la que deberían tomar nota muchas personas con autoridad necesaria, ralea de poder y otros escalones sociales. Incluso el propio ministerio de Trabajo al valorar la salud del solicitante de la jubilación, y no tasarlo en una edad cierta y de cumplimiento obligatorio para salvaguardar el cien por cien de la prestación. Pero, sobre ese tema vueltas sobre cientos la consideración era de escepticismo. por eso, se congratuló por la decisión del Papa. No quiso valorar otras cuestiones que se pergeñaban entre tanta información. Abundancia de noticias a las que muchas veces el instante aniquilaba sin poder haber salido a la luz. Los casos de pederastia, latrocinio, luchas teológicas y demás diatribas le irritaban la piel.Mayor excitación le producían los Barcenas, Urdangarines, Carromeros, Rajoys, Rubalcabas, Cospedales, Esperanzas, Botellas, sueldos, sobresueldos, recortes, pensiones, economías negras, recortes y demás preocupaciones que daban de pleno en el centro de la diana social y cotidiana. Caldo casero con el que combatir el rigor invernal porque la carne cada vez era más cara y los alimentos de primera necesidad los que valorar.Su cuerpo se hacía viscoso y de nervio fácil. Ciertas ampollas y granitos recorrían su piel. Querencia inútil de solución sencilla como el olvido. Dejaría ya la casquería hipócrita de la política y el sistema. Zanjaría con el rigor de la novela, tipo Oliver Twist y, dejaría para reflexiones posteriores la realidad del mundo. La sinceridad de su pose fue la calma que buscaba y anhelaba su espíritu. Trasladaría sus inquietudes y dejaría que los problemas se derritiesen en el desconsuelo de la dejadez. Hallaría su salud perdida.Acudió a conciertos de música para mitigar los desconciertos de la conciencia y de los desahucios de la economía sorprendida. Se extasió de los relatos y se embaucó de poesía. Visionó las películas que generaban la sensación de la razón saciada. Disfrutó de momentos intensos en los que pereció la angustia de los días pretéritos y de las familias apuradas.Entrenó y realizó carreras para abandonar y dar distancia kilométrica a los hechos despreciables. Amó la querencia de su compañera y en un quebranto de palabras sin nombre, procuró a la conversación un disimulado efecto por el desafecto de la gente sin sensibilidad. Reabrió las puertas de la sencilla pregunta y los recovecos instintos de la justicia fueron deshojados de sus cuitas por el desprecio a los moradores de la balanza y su falso efecto. Truhanes desterrados de la mente, los días en los que comenzó a sanar. Así sus desmayos, migrañas y distorsiones se volatilizaron con el efecto de la felicidad del sosiego y los días estacionados en vacación de labor e insana cordura.Espero queridos lectores que a pesar del ajetreo en el noticiario diario y de los problemas cotidianos aprovechen para relajarse con las posibilidades del espíritu. Toda esta carnaza de pecado y flagelación no haga de nuestras personas tormento de indignación. Sin olvidar lo sucedido, no dejen de cultivar el mimo del espíritu, acicate necesario para sobrellevar estos tiempos de materia y corrupción, a pesar del tufo enquistado del peligro en nuestros aposentos de palacio.Por favor, no olviden las horas de su provecho. Me despido hasta la semana que viene. Disfruten de mi ausencia.
El shock fue certero, en la mañana de su primera semana en la agencia de noticias. Días de intenso fulgor, la que tocó una canción triste en el hueco solemne del corazón. Ajetreo de sentimientos y noticias al rigor del instante. Pulso de ritmo y energía. Tanta información desbordó el pulso y en un desmayo repercutió su cuerpo. El descanso era de vital importancia. Tanta información era angustiosa. Vil negación a la calma. Recomendaron minutos de tranquilidad. Vital existencia de música y lectura. De silencios y pensamientos de sencillas trazas. Paseos que rememorasen la libertad y la contemplación. Evadido de los sinsabores de los desalmados y los partidarios de la confrontación. Derroche de salud en aras de progreso de unos cuantos instalados en las alcobas del poder de los menesterosos de las ínfulas altaneras de las gárgolas de las alturas.El sobre cerrado abandonado y el remitente impreso con el nombre de Bárcenas fue escalofrío en estéreo. Decidió devolverlo. No quiso abrirlo de nuevo. Aprovechó para escribir a la Curia romana para certificar la valentía de la máxima autoridad. Quiso pensar en la honestidad de la decisión, cuestión ésta de la que deberían tomar nota muchas personas con autoridad necesaria, ralea de poder y otros escalones sociales. Incluso el propio ministerio de Trabajo al valorar la salud del solicitante de la jubilación, y no tasarlo en una edad cierta y de cumplimiento obligatorio para salvaguardar el cien por cien de la prestación. Pero, sobre ese tema vueltas sobre cientos la consideración era de escepticismo. por eso, se congratuló por la decisión del Papa. No quiso valorar otras cuestiones que se pergeñaban entre tanta información. Abundancia de noticias a las que muchas veces el instante aniquilaba sin poder haber salido a la luz. Los casos de pederastia, latrocinio, luchas teológicas y demás diatribas le irritaban la piel.Mayor excitación le producían los Barcenas, Urdangarines, Carromeros, Rajoys, Rubalcabas, Cospedales, Esperanzas, Botellas, sueldos, sobresueldos, recortes, pensiones, economías negras, recortes y demás preocupaciones que daban de pleno en el centro de la diana social y cotidiana. Caldo casero con el que combatir el rigor invernal porque la carne cada vez era más cara y los alimentos de primera necesidad los que valorar.Su cuerpo se hacía viscoso y de nervio fácil. Ciertas ampollas y granitos recorrían su piel. Querencia inútil de solución sencilla como el olvido. Dejaría ya la casquería hipócrita de la política y el sistema. Zanjaría con el rigor de la novela, tipo Oliver Twist y, dejaría para reflexiones posteriores la realidad del mundo. La sinceridad de su pose fue la calma que buscaba y anhelaba su espíritu. Trasladaría sus inquietudes y dejaría que los problemas se derritiesen en el desconsuelo de la dejadez. Hallaría su salud perdida.Acudió a conciertos de música para mitigar los desconciertos de la conciencia y de los desahucios de la economía sorprendida. Se extasió de los relatos y se embaucó de poesía. Visionó las películas que generaban la sensación de la razón saciada. Disfrutó de momentos intensos en los que pereció la angustia de los días pretéritos y de las familias apuradas.Entrenó y realizó carreras para abandonar y dar distancia kilométrica a los hechos despreciables. Amó la querencia de su compañera y en un quebranto de palabras sin nombre, procuró a la conversación un disimulado efecto por el desafecto de la gente sin sensibilidad. Reabrió las puertas de la sencilla pregunta y los recovecos instintos de la justicia fueron deshojados de sus cuitas por el desprecio a los moradores de la balanza y su falso efecto. Truhanes desterrados de la mente, los días en los que comenzó a sanar. Así sus desmayos, migrañas y distorsiones se volatilizaron con el efecto de la felicidad del sosiego y los días estacionados en vacación de labor e insana cordura.Espero queridos lectores que a pesar del ajetreo en el noticiario diario y de los problemas cotidianos aprovechen para relajarse con las posibilidades del espíritu. Toda esta carnaza de pecado y flagelación no haga de nuestras personas tormento de indignación. Sin olvidar lo sucedido, no dejen de cultivar el mimo del espíritu, acicate necesario para sobrellevar estos tiempos de materia y corrupción, a pesar del tufo enquistado del peligro en nuestros aposentos de palacio.Por favor, no olviden las horas de su provecho. Me despido hasta la semana que viene. Disfruten de mi ausencia.
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