De noche todos los gatos son pardos. Después de un romántico paseo a la vereda del acantilado y entre las casas y alojamientos frente al acantilado las estrellas nos muestran el camino a casa. Los gatos aguardan nuestra compañía en descanso y silencio.
Fulminados por los abrazos y la tempestad del goce la calma es testigo. La piscina en sueño desvelada. Penetro en la intensidad de su agua y me fundo con ella. Me viene al recuerdo Brian Jones en agitado pensamiento. Su cadáver bajo el sol naciente y el perfil de la muerte con veintisiete años consentidos en el exceso salvaje de la rebeldía e ignorancia. Con la voz de Brian en el pensamiento y la soledad del jardín me sumerjo con la quimera en el horizonte y mis ganas deshaciéndose en la nocturna mirada de la luna y su ninfa de agua.
Con la libre expresión de un baño nocturno recuesto mi cuerpo en el abrazo de su ego y placentero caigo. Mientras el sonido de Ottis Redding y Percy Sledge nos vence.
Nos levantamos relativamente temprano después de un reparador sueño. Iniciamos los preparativos para que nuestro día sea nueva aventura. Con el guiño del lugar en rural espacio los alimentos y los lugares a conquistar. Con el beneplácito de la libertad pienso en un nuevo mar al que penetrar.
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