"Cuento de fin de año 2015"
El motivo del disgusto era la arrogancia de la desconfianza. La amarga injusticia de nuevo había noqueado sus antojos y la circunstancia fue una inocentada real en las impresiones de la desconfiada y retorcida mujer que creyó sangre de su sangre, pero que se fundió en ocaso de cariño al tratar un problema del que negó su verdad y su histórico inmaculado. Ya de vieja y temida altanería con el credo de su arrogancia inmediata. La verdad absoluta de su mente orgullosa era un continuo crepitar de culpables. Haciendo de las cruces algo tan practico para negar razón a cualquier persona.
Aunque en su foro interno sabia del holocausto al que era inevitablemente condenado. Pero, le irritaba la injusticia del borrado habiéndose preocupado por ella, sin tener intereses económicos ni otra venialidad que echarse al bolsillo. Simple y llanamente por ser familiar. Los peros y oprobios eran ya una vacilada que no asimilaba. La cercanía de la buena fe y la bondad de sus acciones eran el empírico gesto de que el mal siempre triunfa sobre el bien. Luego vengan con la pestilente impresión de la mirada turbia y la razón pura. No hay peor destino que la soledad enturbiada de dinero donde el género esquizofrenia y lo maniático será diván donde borrar sus pecados y asimilar odio inveterado e irracional.
Pero lo importante a pesar de los golpes del corazón es acostarte siempre con la conciencia tranquila. El, por supuesto, la tenía. Jamás deseo mal a nadie. Aunque estos ataques cobardes, a su persona, de tamaña gravedad le hacía pensar en la vileza del ser humano y hacía de su escepticismo el pulso para seguir. Posibilitando siempre y en futuro reiterado la otra mejilla para cualquier taimado y aprovechado de su ingenuidad e inocencia para absorber todas las frustraciones de los demás.
Con toda inherencia e injerencia hacia la epidermis sentimental de sus afectos cerró el año. Un año constatado de pérdidas existenciales y agrio en su desenlace. Doce campanadas de lodo y un aullido en el que creer. Doce derrotas para olvidar y una nefasta cuenta que pagar. Doce traiciones y un pecado sin hacer. Doce uvas de ingesta y necio desplante. Doce razones para un nuevo año con el escepticismo remarcado en los perfiles de su rostro. Nuevos doce meses para un relato sin imaginar.
JaviJerryLee®2015 (31/12/2015)
Ese último párrafo es hermoso y valiente, señor Jerry Lee. Deseo que ya se esté escribiendo y viviendo ese "relato sin imaginar".
ResponderEliminarEse último párrafo es hermoso y valiente, señor Jerry Lee. Deseo que ya se esté escribiendo y viviendo ese "relato sin imaginar".
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