En la quietud de tu nombre descansando en el remanso de tu cumpleaños.
Cuando ya no acampe la realidad soleada de las soledades de tu rostro en mi ventana. Cuando se diluya el espejismo frágil de la puerta abierta de tu abrazo. No mascaré la sílaba consentida de tu cerco. Y estrellaré las palabras autistas sobre el muro de silencio de tu ausencia. Derramare lágrimas en la vertiente de tu nombre. Marejada constante del sur y vida. No consentiré el olvido en las barbas de mi remojo. Y tu perfil ausente será barruntado en la tierra prometida. Mi verbo será ausente y negare las reales sociales estampas. Como un druida huiré y me haré invisible al aliento mal sano que la sociedad falsamente prometida nos quiere imponer. Marcharé con la dignidad sobre la chaqueta de mi espíritu. Y los nombres serán lo que yo quiera. Los vuestros mi compañía y fuerza.
Entre los anaqueles violentaré la palabra olvido y perviviré un presente de recuerdo y defensa.
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