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Mostrando entradas de julio, 2012

"La tertulia de verano"

El momento dulce de un tranquilo momento. El otro día estuve en el patio de mi casa. Pero ni cantando la canción ni agachandome como indica la melodía de la tierna infancia. Me reencontré con una tertulia que ni vivía ni rememoraba hace tiempo. Y con que gusto departí. Alborozo de adolescente retornado aunque nunca me he ido de ese estadium tan cautivador para mi sique y mi físico por suerte, al menos creo o así intuyo. Nos pusimos al día como antaño en nuestro recoleto patio. Hablamos de los amigos. De los idos y olvidados. De los presentes. Hablamos de nuestro pique futbolístico entre los dos mastodontes del imperio. Del desastre económico y de la polis. De la chanza política y de su genética carroñera. Ya enfangados en materia nos servimos una copa. Yo un whisky consentidor de coca cola y a ti te serví un cognac. Creo que hace doce años de tu último trago. Pero la ocasión lo merecía. Nuestro reencuentro veraniego en el patio del hogar del abuelo. Luego, con todo nuestro car

"Reseco verano de piel de toro"

La sensación de libertad se volvía a intuir. Mi chica al volante. Su vestido ondeaba camino del sur. La velocidad instinto único para aplacar la ansiedad de la huida. Mientras Loquillo, Maná y otros grupos iban surfeando las ondas del aire. Cómplices de una nueva aventura. Corrían tiempos duros. Los pueblos que atravesamos estaban inhóspitos. Nuestra estancia en Trujillo había sobrecogido el alma. Las chovas pululaban en un desorden de cantos mutilados. El agua reseca y las calles simplemente solas. Los grajos carcomían el alma y el augurio era un grito desgarrado de ausencias difusas. Las calles lloraban como huérfanas los nombres que no pisaban ya las calles. Ausencia era la pose primorosa de sus cuerpos. Ausencia en lo que antes eran bares llenos. Ausencia en las calles antes repletas de dicha festiva. Ausencia en la voz seductora de los jóvenes en busca de vida y compañía. Ausencia de lo que un día fue ensoñación y esperanza. Ausencia de un pretérito de futuro. Antes se h

"Reproche al poder político"

Como la vivencia desflorada de los años y la piel de plátano desquitada. La apariencia sutil del cuerpo desnudo es la muestra inútil de un mundo encadenado. Los colores aparentes resucitan en un plagio de espejismo. Culpables de un apocalíptico desfase que desengrasa los ejes y vacía conciencias. El poder corrupto se hace grande y se despojan las intimidades en un falso celo. Y se vende la virginidad por un puñado de dudas y billetes que se queman en el iris del consumo. Mancha que queda en una marea de silencios indignados y la materia muere. Olvido arrostrado en un camposanto moderno. Hipotecado el futuro del no nacido. Republicano de metro cuadrado dependencia de muerte en campo yermo de olvido. Y el funcionario reducido en la imagen del culpable mientras le despojan su sustento. Con la estampa del señor feudal a golpe de impuesto y hacha. Los cuervos sobrevuelan la piel de esta España nuestra reseca y pendejada. De viejas y carcomidas enaguas. Las sanguijuelas y garrapatas enq

"Manolo Fernández y el secreto". Tercera parte.

Debía visitar o ver a alguien de algún medio que posibilitase la libertad de creación. Era el camino para encontrar el secreto. Pero lo que no quería era que nadie saliese perjudicado. No debía levantar sospechas. La comandancia de inteligencia o como tapadera los servicios estadísticos me habían dado cuarenta y ocho horas para darles una razón. Me desperté con los sueños por hacer y con el día y las ideas por deshacer. Que imperioso tormento me azuzaba los sentidos que un sorbo de café con leche no mitigaba las melodías sin autores y el hambre de sucesos no se calmaban con el muerdo consciente de un buen emparedado. Con la solvencia de la curiosidad del buscón me enfrasque unas horas en la veloz e infinita red de los mercaderes de la información. Pero con el cuidado de un buscavidas. Un trampeador de ilusiones que rebusca en los instintos de la luz. En la tierra de las mil danzas y en las cosechas de Wilson Pickett me adentré para alimentar mi espíritu inquieto. Vestí mi rost

"La lozana frutera"

Ya tan ni siquiera las ausencias son nombradas. Tocadas en la fibra no fértil del olvido. Descuidados al margen del margen real. En la calle arden los coches en el chocolate espeso y derretido de la palabra ciudad. Imaginería tópica de lagrimas de verano al compás de perros derrochando los ladridos en luna de agosto. En un inmenso pararrayos se mitigan fritas las penas del ocaso. Con gallarda frescura las hermosas tetas de la frutera bambolean poniente y le dan sutil prisma de Occidente. Embutida en unos jeans color rosa la juventud se deja ir atrapada por un aroma de sexo real y salvaje. Hollywood al desnudo. O Eva quizás. La putana carnosa en desliz de miedo de durazno hace sopesar los calenturientos monólogos del ciudadano de a pie. Abigarrado siempre en el consuelo amable del onanismo a cualquier hora despuntada. Ese ciudadano que soporta los recortes endémicos de un país de nombre corrupto. Ese ciudadano que soporta el pavor maldito del calendario como hielo derretido sin co