

Lamento
decirte que el silencio de mi voz no esta estudiado ni el ánimo es acto de revancha. Simplemente las fuerzas no me llegan con el vigor deseado. La cocción del pensamiento entre las brasas de este verano es ceniza neurológica de neuronas acabadas.
Primavera de ventura y labor cumplida. Huida dispuesta al confín de un espacio liberado, olvidando la diatriba de las pesquisas y los embustes de palacio; porfiando el destino de los desheredados y obviando la palabra concomitancia entre los líderes y falsarios de nuestro desgobierno.
Cómo quisiera huir de este lamento acabado sin grito animado y sin palabra en el labio. Cómo quisiera ser canalla de luna y besarte en el cerco de su figura. Cómo vaticinar la desnudez de mi cuerpo nadando en el Mediterráneo de tus sílabas afirmativas en el sentimiento de una isla con formas vitales al son de Menorca. Pronto seré capaz de discernir la metáfora y comprender la sencillez de la palabra lento y su gusto contemplativo.
Qué decir de la habitación con vistas al pensamiento de tu deseo. Sorteando la memoria, ahora agotada, para asirnos en la compañía de nuestro abrazo con la afirmativa visión del sol en el universo.
Aplacando y templando la ira de los dioses ante la amenaza de la ruina en piel de toro.
Y así navego por el mar de tu cuerpo y buceo por la sima de nuestro destino. Me adentro en las oquedales de tu verbo, siendo el rumor de las olas el movimiento de nuestro encuentro. Con muerdo de luna y abrazo de rayos contemplando la puesta de sol y el amanecer de nuestro juego de manos. Aplacando y templando la ira de los dioses ante la amenaza de la ruina en piel de toro. Albergando la dispersión de los sentidos para olvidar el rumor negro de la sentencia y los enredos judiciales.
Siendo el juego tan precioso como la libertad de nuestra riqueza en la arena de nuestro momento.
Hola, amor de romántico esplendor; este será el verano de nuestra vida. Esta será la sensación del halo que nos cubre, venerando la cúpula secreta de mi noche y tu día.
Con la sola apreciación de la libertad en la carne viva de nuestro impulso. Así nos aferramos a un viaje que nos dé la expansión necesaria para volver a afrontar la inmundicia propia de los ecos de sociedad y para enfrentarnos al amargo trago de la cicuta diaria que nos merma salud y nos roba las ansias de libertad.
Por eso queridos lectores no quiero olvidar la estima de la poesía en nuestras vidas. Con ella probablemente mucho de lo sucedido sería un simple guión adaptado de las novelas de Raymond Chandler u otro de sus coetáneos.
Pongan un poema dentro de sus novelas negras y el verano será tan colorido que nos hará disfrutar de los días que vendrán. Me despido de ustedes hasta la semana que viene, disfruten de los relatos del verano que los sucesos vendrán. No hace falta que los busquen.
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