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La promesa

"La promesa"


Así fue como el calor penetró en la sesera. Como el sudor eran lagrimas de preludio estival y la ausencia de su voz era eco en la estancia vacía. Distrajo su pensamiento con las fotos que habitaban con ella sus silencios, sobre los anaqueles de las promesas rotas. Jamás quiso ser odiada, regalaba amor a través de sus gestos. A pesar de su mirada triste, la lejanía familiar era asidero para proseguir camino. Su belleza la frágil certeza de unas pupilas encharcadas y las ojeras el faro para no desfallecer. 

La sola presencia del sonido calmaba su ansiedad. El agua caía por el grifo de la ducha llamándola. La certeza de su relajación en manos de la vaporosa humedad, cobijando su desesperación en la constante caricia del líquido elemento. Por unos instantes se abandono y acaricio sus pechos. Cerro los ojos y maldijo la presencia del mal fario en su vida. Mujer de convicción y fe, reafirmó su dolor compensándolo con una plegaria hacia su Dios renacido. No quería ser cuerpo de pecado. No quiso ser tentación que fuese maldita. Los hombres le habían hecho mucho daño. Y las mujeres posiblemente fueron motivos para su confusión. 

La mañana era recuerdo en la incumplida promesa del varón que la mintió. Siempre esperaba su regreso. Se agarraba a la única conversación que mil veces reiteró. Todo fue un error. El volvería para amarla. Las rejas del odio y las bandas quedarían atrás. El trasiego de chanchullos y enquistadas acciones que mutilaron el amor, se borrarían cuando el regresase. Como si hubiera sido una relación de puertas abiertas. El las cerraría para consolarla y de nuevo volver juntos como meses atrás. Como si nunca hubieran existido las compañías que no debió conocer, como si no hubiera existido otro hombre más.  Pero en el fondo de su alma sabia que mentía. El no cambiaría porque estaba enfangado hasta el culo. La vaina de la droga y los tentadores del dinero eran cuestión de tiempo. Ese que ya no tenía, que añoraba. Por eso, se cerraba a cualquier ilusión por menuda que fuera. No quería un chaleco salvavidas por un tiempo. No quería ser circunstancia de engaño, aunque en el fondo sabía que no seria mala idea. Pero, el nombre del hombre que le arrebató una vez el corazón, seguía pendiente de su llamada y lo que era peor de la promesa incumplida que la obligó a perder su libertad sentimental. 

Aunque otros siempre la mirasen con el deseo del arrullo. Como la escarcha de la mañana ante la ilusión de un nuevo día. Con la seguridad de ciertas mejoras para su corazón herido, y con las necesidades de un abrazo colmado en ciertos caprichos que ella merecía. Pero, ellos deberían esperar. Quería demostrar que no podía estar equivocada y escoger un mal camino. Solamente su deseo era que no volvías a confundirse. Que no escogiera la temperatura del agua equivocada para no quemarse. Hasta entonces, solo creyó en su promesa. Sabia que volvería con ella, aunque la duda del error en la decisión la enajenaba. Y todo por una taimada promesa. 




Comentarios

  1. Otro poema de desamor... Señor Jerry Lee, ¡le vamos a exigir que cree alguno de amor feliz!
    Ahora en serio, escriba lo que escriba, disfrutamos igualmente su arte. Gracias y ¡enhorabuena!

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