Coronavirus día 42
Del peso
A golpe de efecto los secundarios aparecen. Ya no solo el insomnio que me tiene desconcertado. Otros en evidencia van apareciendo. Ya no solo los autómatas que van creciendo en la pantalla. Van apareciendo efectos físicos.
Con el transcurrir de los días y las vicisitudes acaecidas algunas costumbres en suspenso. Ausente austro que de cierta autonomía escapaste. Mi norte encausa los expedientes laborales aún sin solucionar y las gestiones burocráticas que tardarán en resolverse. Al menos un trago amargo me desquito en el ofrecimiento de una misión. La urna funeraria será recogida, agradecido por el el descargo del encargo de cenizas hecho.
Una vez enfrentados al día, tocando el badajo al orden. Fila de a uno en espera del resultado. El peso irá dictaminando las variaciones que los días nos dan. Por cuestiones de protección de datos sólo apuntaré ciertas anotaciones. Acostumbrados cada siete días desde el confinamiento a la bienandanza de los kilos. Fuimos pasando por turnos y cantando los resultados. Sara subió 200 gramos desde la última vez. Se mantiene pero esperamos siga subiendo. Al menos parece no pasa hambre.
Respecto a mi, la variación sigue fluctuando y mis kilogramos se mantienen con respecto a mi peso normal.
Pero la sorpresa evidente se hizo eco al coger a Donna. Certificándose al ponernos los dos sobre el peso, para restar mis resultados anteriores. Obteniendo un cómputo negativo de más dos mil gramos. Esta explosión desde el encierro ha sido latente. Los paseos cortos y el sedentarismo evidente a pesar de los juegos. De las cortas carreras tras un peluche. De los juegos de lucha entre mis brazos y manos contras sus patas y colmillos. En ese quehacer insuficiente la perra sigue ensanchando y adquiriendo un volumen mayor. No tenemos puntal para al menos cercar la expansión. De nada vale algún carrera en los paseos a los cien metros últimos antes de llegar a casa. Solo premio para denotar mi baja forma y la innecesaria solución para la actividad planteada. Siendo tan complicado mermar la ansiedad de la glotonería no puedo disminuir tampoco su ración alimenticia. Porque sería complicado mantenerla tranquila.
En estas las cavilaciones surgen y el pueblo se balancea. Entre los que pasarán hambre y los que su aburrimiento les hará engordar. Como en todo, los extremos son malos. Guarden las distancias y no se empachen con lo que digieren. Si no saben que hacer para evitar la nevera, mantengan actividad mental o física. O simplemente aúllen. Liberarán malos pensamientos y relajarán espíritu. Griten que su impotencia no les venza.
Y en estas un aullido poderoso germinará en el proyecto de sus vidas.
Día 42 24 de abril de 2020
Mucho ánimo ¡¡
ResponderEliminarEstimado señor Jerry Lee, gracias por sus consejos ante los desafíos de la báscula.
ResponderEliminarEstoy seguro de que Donna, terminada la cuarentena, recuperará su forma física: porque los perros ladran, sí, pero también pueden... aullar.
¡Ánimo a todos!