Bajo una duda razonable el sentido se dispersa. A cobijo de un trago de preguntas infumables sorbió un interrogante mas. Y el veredicto es su existencia. Y la curiosidad la condena del penado.
Arrastrando la palabra bajo los pasos de la noche oscura. Y la sílaba se volvió sola. Monosílabo silente de tragos perdidos. No quiso molestar. Ya llevaba bastante consigo.
La presencia de un alma que cautiva el horizonte es en si la afirmación de su ego. Esa es la búsqueda que reafirma el orgullo de su estirpe.
Pero lamentablemente su impulso se había atemperado con la belleza. Siempre igual, un golpe de éxtasis. Un sobresalto de asombro y su voluntad se perdía en el abismo de los puntos suspensivos.
De vuelta al hogar la extraña presencia que surgía de lo mas recóndito de su alma le volvía a increpar. Renunciando a lo mas sagrado de su fuerza. Con la seguridad de que cualquier reproche no haría mas que elevar a una potencia desconocida sus latidos futuros.
El pulso era simplente una regla nemotecnica para que no olvidase su existencia. Pero sus lamentos ancestrales eran rugidos de noche. Amplificados en las de Luna llena por el brillo cegador del satélite.
Así, año a año, gota a gota vertida en su reflujo de aurora. Con las luces del ocaso condenadas a un fracaso que se van desparramando como un perfume sagrado.
Lamentando el colmillo que va lentamente disolviendose. Su fuerza se va evaporando como la pregunta que olvida. Ya la ilusión se ha desintegrado en el envés del horizonte como un juego mágico.
Y mañana será un nuevo año. El charco de sangre delata solo una cosa. Una duda se ha resuelto. Pero sòlo una, posiblemente mañana surgirán otras que rompan el equilibrio que es tan difícil de lograr.
Arrastrando la palabra bajo los pasos de la noche oscura. Y la sílaba se volvió sola. Monosílabo silente de tragos perdidos. No quiso molestar. Ya llevaba bastante consigo.
La presencia de un alma que cautiva el horizonte es en si la afirmación de su ego. Esa es la búsqueda que reafirma el orgullo de su estirpe.
Pero lamentablemente su impulso se había atemperado con la belleza. Siempre igual, un golpe de éxtasis. Un sobresalto de asombro y su voluntad se perdía en el abismo de los puntos suspensivos.
De vuelta al hogar la extraña presencia que surgía de lo mas recóndito de su alma le volvía a increpar. Renunciando a lo mas sagrado de su fuerza. Con la seguridad de que cualquier reproche no haría mas que elevar a una potencia desconocida sus latidos futuros.
El pulso era simplente una regla nemotecnica para que no olvidase su existencia. Pero sus lamentos ancestrales eran rugidos de noche. Amplificados en las de Luna llena por el brillo cegador del satélite.
Así, año a año, gota a gota vertida en su reflujo de aurora. Con las luces del ocaso condenadas a un fracaso que se van desparramando como un perfume sagrado.
Lamentando el colmillo que va lentamente disolviendose. Su fuerza se va evaporando como la pregunta que olvida. Ya la ilusión se ha desintegrado en el envés del horizonte como un juego mágico.
Y mañana será un nuevo año. El charco de sangre delata solo una cosa. Una duda se ha resuelto. Pero sòlo una, posiblemente mañana surgirán otras que rompan el equilibrio que es tan difícil de lograr.
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