Ir al contenido principal

La decisión. Primera parte

Se dispuso a fregar con instinto asesino. La decisión que debía tomar era la causante de sus nervios. Algo le decía que no era fácil y que cualquier opinión al respecto iba a fracasar. Nada le haría convencer. Estaba condenada.

Los niños jugaban en el jardín bajo la atenta mirada del anciano. Para el abuelo después de su crisis emocional sus nietos le habían dado vida. Cuando eran mas pequeños todos los días los llevaba y traía del colegio. Se quedaba contando historias y jugando mientras sus padres salían a divertirse o crecían en sus respectivas carreras profesionales. No hay que olvidar que comenzaron en un pequeño apartamento y sobre todo desde que el abuelo se volcó con ellos avanzaron. Ahora vivían en un gran chalet en una de las mejores zonas residenciales adosadas a la gran ciudad. Con todo lujo de detalles. Recordando que lo material es lo importante.

El estruendo de unos vasos rotos le sobresalto. Se enjugo sus lagrimas y continuo con sus cavilaciones. El no pensaba en nada. Solo en ascender y en el coche ultimo modelo. Pero ahora se daba cuenta de todo. Comprendió su error. No podía hacer nada. No había forma de pararlo. El ascenso estaba firmado. La cuenta de tres millones de euros también. No podía evitar ciertas palpitaciones. Su pulso era acelerado. Se dirigió al mueble bar estilo victoriano y temblorosamente se sacudió un buen trago de whisky. Estaba condenado.

Afuera el tiempo comenzaba a cambiar. Las hojas salpicaban el suelo del parque como un tamiz. Las disquisiciones caían de las ramas y el abuelo soñaba. Estaba bien con su familia a pesar de tanto lujo. Algo a lo que él nunca se acostumbro. Tenía el cariño de sus nietos. Su hijo al que apenas veía le satisfacía con cargas de puros habanos y cohibas que le hacían recordar las noches del Copacabana. Su nuera con la que congenio desde el principio, era su máxima valedora y en el ultimo año apenas la veía. Su trabajo le hacia viajar constantemente. Nunca entendió a que se dedicaba realmente. Lo único que le preocupaba era su extraña enfermedad. Le estaba paralizando poco a poco. Cada vez le costaba más caminar, ya no salía de casa. Los  niños eran su consuelo. Cuando le asaltaban a preguntas. Cuando le abrazaban y besaban. Eran su tesoro. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Coronavirus día 24 Esperanza la de la residencia

Coronavirus día 24 De la tristeza a la alegría solo hay un paso. En este vaivén circular solo hay que tener paciencia. El animo es inquieto y las noticias positivas siempre son consideradas. Descenso de muertes, ingresos en UCi y aumento de altas hospitalarias. Continuamos la lucha.    He recibido correo electrónico de una señora. Algo contrariado no dejo de sorprenderme.  Querido JaviJerryLee o como quieras hacerte llamar. Sigo con atención tu página y, quisiera darte a conocer otro enfoque.  Me llamo Esperanza y hace un par de días cumplí años, 94 para ser más precisa. Como bien puedes saber, he pasado por diversos acontecimientos en España. He vivido el hambre y la caridad. Pude cursar estudios, gracias a mis padres. Tenían un comercio que alimentaba al pueblo cuando no gozábamos del desarrollo de hoy día. Lo más grave, espero no se repita consecuencia de una guerra. Magisterio terminé y tuve la suerte de ejercer. A pesar de que no éramos muy bien remunerados

Coronavirus día 63 de la decisión

Coronavirus día 63 De la decisión  Ora ya la mañana en el despertar de un mayo anodino. Ora ya la hora del pulso encendido. Ora ya la decisión. Sin apercibir el pensamiento, en su silencio ora la necesaria firmeza para elegir a cada instante. Como todos.  Se dispuso a fregar con instinto asesino, un hombre de calmoso pulso. La decisión que debía tomar era la causante de sus nervios. Algo le decía que no era fácil y cualquier opinión al respecto iba a fracasar. Nada le haría convencer. Estaba condenado. Su deriva traería consecuencias.  Los niños jugaban en el jardín, bajo la atenta mirada del anciano. Para él, después de su crisis emocional, sus nietos le habían dado vida. Cuando eran mas pequeños, todos los días los llevaba y recogía del colegio. Se quedaba contando historias y jugando, mientras sus padres salían a divertirse o crecían en sus respectivas carreras profesionales. No debía olvidar que comenzaron en un pequeño apartamento. Cuando el abuelo se

Coronavirus día 34 Sara y el virus

Coronavirus. Día 34 “Sara y el virus” Como os dije ayer, un proyecto pretendía de nuestra colaboración. Presto confirmé la prestancia de mi intento. Sobre todo por la amistad que nos une. También como solvencia del Peter Pan que llevó dentro. Y que mi hija sea protagonista de unas aventuras pergueñadas por su padre y legado de la memoria. A la vez que impulsor de ciertos valores.  *el enlace  https://youtu.be/R9Nd0ME1r0Q os lleva al cuento oral. Posiblemente os guste más. Mis próximas colaboraciones en forma de cuentos podrán verse en  https://comunicabienestar.wordpress.com El cuento dice así.  La pequeña Sara en un día lluvioso miro por la ventana. Los cristales reflejaban tristeza. Y el ambiente era oscuro.  Al día siguiente la lluvia dejó las calles. Sara volvió a asomarse a la ventana. Con la cara expresó gestos claros. Un primero de asombro y sorpresa. Otro de duda. Acudió a su padre y le preguntó: Papá, papá. ¿Por qué el día es triste y oscuro si la lluvia