El esfuerzo prometido y la recompensa del buen puerto. Una sirena me espera. El frío en los huesos. El viento golpeando y recordando tu mortalidad. Una subida infernal y en lo alto el cementerio. Ironía mortal. Espera. Quedan muchas cosas por hacer. Sueños por materializar. La motivación la bola extra en tu bono. El impulso último el aliento de la gente. Metros terminales la meta te quiere. El animo te eleva. La piel se enerva. Tu esfuerzo recompensa todo. Las tostadas y el café caliente. La tertulia compartida. El premio de presentes. La virtud del continuará. La lucha seguirá. Todo es positivo. Pura energía. Puro rock and roll.
En el silencio de la noche resuenan con alegría los cánticos de mi tierra. Y es ese recuerdo el que hace aflorar el sentimiento de la blanca navidad. Destellos y ráfagas de valores desgastados con el tiempo. Ajados por el desuso y el derrumbe de las buenas intenciones y los actos honestos, humildes consignas de una fe humana resquebrajada en los tiempos de fechas celebradas. Por ello sana es la intención del buen deseo. Que no sea quimera como fiebre de vil metal. Costumbre cabal y querida la de una ilusión sentida año tras año al privilegio de la amistad sostenida en la vida. Al compromiso vital de hallar la estima y la Salud en carta cabal y en la fortuna dichosa de agradecer y sentir la vida cada día. Porque como la Navidad sea una plegaria constante en el nuevo año que te contempla. Como diría el Papa Francisco: “No vivamos una fiesta falsa y comercial”. Complicado empeño aunque resuenen los cánticos de Mi Pueblo. Feliz Navidad. Alma y aullido. Ja...
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