Y los sueños recorren el camino del iluso. Porte de alta estampa. Con el galanteo del buen hacer recoges la visión que te calma. Es la contemplación que te transporta y te trasforma. Los quehaceres del hombre y la raíz de tu pasado se enraíza en el corazón. Justo es contemplar la tridimension vital que encuentro y hallo en el punto que muestro. Encuentro y cruce de caminos. Punto neurálgico que calma mis demonios. Silencio que me reconforta y da valor. Allí se cruzan los destinos: libertad amor y amistad se funden en un solo eco. Se funden en una hermosa visión al finalizar el túnel. Traspasa el arco y estarás soñando. Levitando en mi historia y en la historia.
En el silencio de la noche resuenan con alegría los cánticos de mi tierra. Y es ese recuerdo el que hace aflorar el sentimiento de la blanca navidad. Destellos y ráfagas de valores desgastados con el tiempo. Ajados por el desuso y el derrumbe de las buenas intenciones y los actos honestos, humildes consignas de una fe humana resquebrajada en los tiempos de fechas celebradas. Por ello sana es la intención del buen deseo. Que no sea quimera como fiebre de vil metal. Costumbre cabal y querida la de una ilusión sentida año tras año al privilegio de la amistad sostenida en la vida. Al compromiso vital de hallar la estima y la Salud en carta cabal y en la fortuna dichosa de agradecer y sentir la vida cada día. Porque como la Navidad sea una plegaria constante en el nuevo año que te contempla. Como diría el Papa Francisco: “No vivamos una fiesta falsa y comercial”. Complicado empeño aunque resuenen los cánticos de Mi Pueblo. Feliz Navidad. Alma y aullido. Ja...
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