Las instrucciones eran claras y concisas. En los numerosos estudios e informes que corrían entre el funcionariado al mando de los designios del devenir publico, habían observado una serie de desajustes societarios. El grueso del material reflejaba ciertos cambios a pesar de la crisis. Un sector de la población fluctuaba pero se apoyaba en cierto positivismo. No estaba del todo corruptelado por tanta medida de presión como estaban consiguiendo a través de decretazos y medidas que conseguían diferenciar más si cabe los grupos o clases sociales. Parecía que con tanta vuelta de tuerca el animo imperioso era un regreso precipitado al siglo XVII por no decir a la Edad Media.
Estaba cansado, me metí un pelotazo del viejo James Brown. Millones de electrodos sacudieron mis piernas y en un desgaste de suelas locas baile unos minutos. Tratando de apaciguar mi momentáneo sofoco en manos del poder.
Sus peticiones intensas y determinantes. Expeditivas. Yo como antiguo Rey de la noche debía averiguar el secreto. Cuál era la maldita razón que hacia que la masa no fuese uniforme y oscura. Triste y cadenciosa. Sumisa y silenciosa.
Los tiempos oscuros del cambio se perdieron. Yo hacía años que no investigaba por la cara ampulosa de la luna y su misterio de cara oscura. Quizás mi edad y muchos de mis coetáneos que no siguieron mi camino, hicieron que abandonase casi sin darme cuenta las investigaciones nocturnas. Y eso que, siempre fueron las más sabrosas y por qué no, las más intensas.
En un arrebato de sinceridad me sorprendía Marvin Gaye. Posiblemente por no saber por donde empezar asocie sus canciones a señales futuras. A rastros a los que asirse en una búsqueda desparramada. Me quedé dormido. Aunque Marvin seguía cantando. La función de repetición quedo pulsada para consagrar a un mito en los parabienes de la sociedad. Reclamando los derechos y la igualdad. Algo que empezaba a colisionar con la realidad imperante. Presos de miedo, censurados por el esfuerzo de muchos. Sociedad que querían hacerla opaca y sumisa. Mientras los de siempre barruntaban las tropelías para esquilmar y desgastar a los de siempre. Daba igual hablar de rescates o de indemnizaciones por dejar los consejos de Administración. El caso era enredar a los de siempre manejando los medios. Ahí tuve la idea.
Estaba cansado, me metí un pelotazo del viejo James Brown. Millones de electrodos sacudieron mis piernas y en un desgaste de suelas locas baile unos minutos. Tratando de apaciguar mi momentáneo sofoco en manos del poder.
Sus peticiones intensas y determinantes. Expeditivas. Yo como antiguo Rey de la noche debía averiguar el secreto. Cuál era la maldita razón que hacia que la masa no fuese uniforme y oscura. Triste y cadenciosa. Sumisa y silenciosa.
Los tiempos oscuros del cambio se perdieron. Yo hacía años que no investigaba por la cara ampulosa de la luna y su misterio de cara oscura. Quizás mi edad y muchos de mis coetáneos que no siguieron mi camino, hicieron que abandonase casi sin darme cuenta las investigaciones nocturnas. Y eso que, siempre fueron las más sabrosas y por qué no, las más intensas.
En un arrebato de sinceridad me sorprendía Marvin Gaye. Posiblemente por no saber por donde empezar asocie sus canciones a señales futuras. A rastros a los que asirse en una búsqueda desparramada. Me quedé dormido. Aunque Marvin seguía cantando. La función de repetición quedo pulsada para consagrar a un mito en los parabienes de la sociedad. Reclamando los derechos y la igualdad. Algo que empezaba a colisionar con la realidad imperante. Presos de miedo, censurados por el esfuerzo de muchos. Sociedad que querían hacerla opaca y sumisa. Mientras los de siempre barruntaban las tropelías para esquilmar y desgastar a los de siempre. Daba igual hablar de rescates o de indemnizaciones por dejar los consejos de Administración. El caso era enredar a los de siempre manejando los medios. Ahí tuve la idea.
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