Uno de septiembre, la noche había sido zozobra de tempestad. Marea de per capita preocupación. Cada media vuelta en la cama un juego de contorsionista. Y la palabra sueño fue solo compartida en sus días pasados.
No dio tiempo. El despertador no le fastidio el despertar, ya se encargo de ello el insomnio de la madruga. Con cara de pocos amigos se enfrento al espejo. Se reprocho y con la letanía de los actos cotidianos dispuso su estampa para comenzar la nueva temporada laboral.
Sabia que era un privilegiado. Tenía trabajo. Pero no creía en ese discurso amortajado y reaccionario que querían vender. Desde cuando un derecho fundamental recogido en la constitución como el derecho a la vivienda iba a ser considerado como fortuna de unos pocos. Se enrabietaba de pensar en el adoctrinamiento y la alienación de la mayoría de españoles. Solo por y para salvar a unos pocos.
Farfullo para si unas imprecaciones y pensó que dos de sus salvaguardas habían sido aniquiladas por el sistema. Dos programas de radio. Uno "con tres acordes", referencia de soñadores y utópicos. Fiel reflejo de la época dorada del rock and roll. Ese sonido maldito que siempre había sido un fastidio. El otro "carne cruda", encrucijada de relieve critico solapado entre la acidez de su discurso y su carnalidad tan real. Como la vida misma. Así estaban las cosas, la desinformación o la información dirigida era la respuesta. El pueblo diría si, mientras todo estaba organizado para perecer en una cuesta de septiembre sangrienta.
Debía conformarse con los acertijos del día a día y con el que dirán mañana.
Aún así él sonrió satisfecho. Hombre delgado y enjuto que a comienzos de septiembre había engordado. Sería como consecuencia del IVA. Que alegría de gastos venideros. Esos si que le harían adelgazar su quebrada cuenta corriente.
Cerro la puerta tras de si. Cogió el metro. Que barbaridad, estaban comprimidos como en lata de berberechos. A todo el mundo le había sentado estupendamente la receta del IVA. Mientras tanto, todos berreaban. Sabían de su destino. Todos iban al matadero.
Javi Jerry Lee®Septiembre 2012
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