Artículo publicado en La opinión Digital de Trujillo 16/10/2012
Por todo el orbe cruzó la pregunta con piel de espanto. Gobernó el esparto en sus pies. Con gesto espartano resignó los motivos sin guardar silencio, maldiciendo cualquier condena plausible.
Espantado por las pajas condenadas en los ojos irreverentes de los banqueros, los políticos y demás ralea que engatusa y condena a los incautos de mirada despistada y devenir humilde.
Ardió la condena en el cadalso de los condenados, sin duplica ni súplica, sin respuesta y sin réplica. Algo cierto existía y le llevaba los demonios admitirlo. En un desorden de frases y conspicuos pensamientos, sin alharacas de manifestantes furiosos ni algaradas violentas de poder, cerró los ojos. Sin dar un crédito diplomático a las castas que ingerían la vida de la mayoría, interfirió con su pensamiento en la vida de la población rayana en la medianería y en las bajas pasiones. Descubierto el origen y el mal endémico de los que ésta España nuestra se rebozaba en lodazal por siempre jamás.
La estirpe de los pícaros claveteada en los pantalones de las pretensiones del superviviente. Pero había una avaricia descomunal compensada con la envidia de la insana mirada que arrebataba cualquier afecto. Así, queridos lectores, la solución es complicada, hasta el extremo que, en propias familias, no de la España profunda sino de la Extremadura baldía, los mojones que separan lindes, las piedras habilitadas como linderos sacrosantos de inmortales raíces, son profanados.
La gavia que, supuestamente, se mantiene con el aliento de la buena fe y de las relaciones familiares es olvidada. Nada ni nadie es respetado. Las concesiones al pecado capital germinan por doquier y no es extraño que hermanos de un finado, condenado días atrás a una muerte, le lleven a rastras y medio "zombi" a cambiar un testamento. O con razones dispares de melaza y dulce veneno desvirtúen la memoria. Con gaznate hecho pico y alas de buitre carroñero, hagan trémulo el desperfecto de la muerte germinal y la vida tiemble. Todo en el holocausto de afiliaciones y filiaciones sin más. Disponiendo como "Atilas" la virtud del esfuerzo en vida de los demás, vulnerando el respeto a los deseos del causante, por todo ello, contravengo al que injustamente entrampa y arrampla con los derechos adquiridos.
Así es, como tenemos un problema que viene de siempre y está enquistado en la cultura Española. Ya sabemos que los poderosos no tienen perdón, que los regentes deben gobernar para obtener el bien común de todos y no su propio beneficio y ese tiene que ser el fin. Pero ¿qué me dicen de los tiburones que enarbolan su derecho a la avaricia y al consenso de su ego?
Hagamos una autocritica de valores y participemos entonces del bien común. Sólo así seremos capaces de mejores hazañas con el beneplácito de los poderes, con la regeneración poderosa de los estamentos, con la unificación de la duplicidad de cargos incompatibles, con las toneladas de personal adscritos a ayuntamientos sin necesidad, sólo por el beneplácito de la corrupción en boca de mártires.
Hasta qué no platiquen y repartan las cartas del ejemplo verdadero y certero, los que escampan los afectos familiares seguirán arrasando con el beneplácito del bien, a pesar de su taimado y burlón gesto, a pesar de que notarios, registradores, abogados, jueces y demás instrumentos de equidad se diviertan con estas causas devaluadas del derecho y hagan sayo económico de la vulnerabilidad y fragilidad de la inocente justicia.
Alea jacta est.
Hasta la semana que viene disfruten de mi ausencia.
Francisco. Javier Fresneda Diadosa
Aullidosvitales.blogspot.com
Kerouac97@hotmail.com
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