Enriquecido en la complicidad de la feromona. Y con las ganas vitalistas de realizar la apología del sexo. Activa función de deseo. Despertar instinto y canalizar la fuerza expresiva de la naturaleza en movimientos compartidos. Con el ansia de las respiraciones entrecortadas en ubicuo movimiento. Con la fuerza del deseo destemplado en sudor y arraigo. Con las destemplada variación de las lenguas en comunión de éxtasis. Y con la cara transfigurada en expresión de tigresa germinal. Devora y corrupta del sexo enhiesto. Fierecilla erguida que lucha denodadamente por no arrumbarse en la flacidez de las letanías crepusculares. Plegaria de voz de mujer en arrullo de verbo y acción. Consolidando el olor penetrante del sexo en acústico grito de orgasmo. Los pechos frecuentados por la curiosidad de las manos en torbellinos movimientos de caricias y apretones. Y la lengua en sutil sorpresa de pezón sopesa la teoría y anestesia la duda. Objetivo disfrute de los pechos a flor de piel. Encrespados en los momentos de los minutos virtuosos. Obviando el espacio y el tiempo. Germinando la posibilidad del orgasmo mientras el culo artístico activa el movimiento en contracciones de rimas asimétricas. Y la selva vence las tormentas y los truenos que arropan los cuerpos en decadencia de cansancio y adjetivo. Mientras los antílopes corren por las superficies descomunales de la dermis. Sin necesidad de la morfina que soliviante los problemas de la vida. En una derivada de acto supremo que culmina en un suceso de suspiro y descanso. En la algarabía destetada de un sueño de arrullo en dos cuerpos liados de brazos y piernas. Y así el seco tormento de la calima en pecho descubierto que atempera en el plúmbeo estallido del éxtasis en fuego de artificio. En quimera de feliz retorno en los cinco confines de los sentidos utilizados. Siendo por tanto la noticia última que da paso al relax, el sexto de los sentidos.
Y así, mientras cierro los ojos y me sumerjo en la condición sine quanon de la flojera mental internandome en la tranquilidad perentoria del que duerme y exonera sus pecados. Advierto en advertir la fortuna de su cuerpo y la locura de su xexo deseado. Entre el desconsuelo de un anhelo ahora concluido. Crece la llama para repetir la sentencia del deseo en la flor de su renglón escrito con nombre de mujer.
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