LA PESADILLA
Publicado en el diario digital La Opinión de Trujillo el 23/10/2012
Inexplicablemente, la pesadilla reiteró su presencia como cada noche, en fiebre de angustia, en vuelo persistente como mosca cautiva de un único vuelo.
El sudor de lava mezclada con la lágrima etérea del deshielo. En esa descompensación de temperatura, el aliento cortaba su sueño y el sobresalto de la ansiedad le cogía del gaznate, ahorcándole en indefensión e impotencia de inocencia perseguida.
Culpable en la intransigencia de una inspectora de trabajo que daba vueltas sobre la etiqueta inexistente de un desprestigio de profesión, vuelta sobre vuelta buscando las cosquillas yertas en piel de perro de labor. Ante la insistencia, los sueños se repetían. La misma querencia de miedo transmitía su cara al contacto con el nuevo requerimiento.
Ellos, que dentro de la legalidad enmarañada y poco clara, de la prevención de riesgos laborales, habían intentado ceñirse al espíritu jurídico de la protección de los trabajadores. Pero, la labor nueva de una inspectora a la que encomendaron un caso del que tenía poca pericia y experiencia nula, demostraba ineptitud buscando conceptos donde no existían los vocablos; creando planificaciones enrevesadas y congratulando la fragosidad con documentos inverosímiles, además, carentes de alguna lógica ya que, no se ceñían a sus necesidades y sí a las de otros conciertos o sectores profesionales. No podía equipararse la construcción, por ejemplo, con oficinas o tiendas de venta al por menor.
Culpable en la intransigencia de una inspectora de trabajo que daba vueltas sobre la etiqueta inexistente de un desprestigio de profesión, vuelta sobre vuelta buscando las cosquillas yertas en piel de perro de labor. Ante la insistencia, los sueños se repetían. La misma querencia de miedo transmitía su cara al contacto con el nuevo requerimiento.
Ellos, que dentro de la legalidad enmarañada y poco clara, de la prevención de riesgos laborales, habían intentado ceñirse al espíritu jurídico de la protección de los trabajadores. Pero, la labor nueva de una inspectora a la que encomendaron un caso del que tenía poca pericia y experiencia nula, demostraba ineptitud buscando conceptos donde no existían los vocablos; creando planificaciones enrevesadas y congratulando la fragosidad con documentos inverosímiles, además, carentes de alguna lógica ya que, no se ceñían a sus necesidades y sí a las de otros conciertos o sectores profesionales. No podía equipararse la construcción, por ejemplo, con oficinas o tiendas de venta al por menor.
Ante estos molinos de fuerza creciente, violentó su espíritu y trabajo. Paralizó el ajuste a derecho, por un rompecabezas de difícil digestión. Tamaño infortunio el de la ignorancia sin querencia de reforma, porque consultados los sabios gurús y profetas del entramado laboral y específico de la prevención, quedaron estupefactos de blanca semblanza.
De nervio temblor con palmada en la espalda, le indicaron que a ver quién era capaz de coger el requerimiento de la audaz inspectora, que ese, era harina de otro costal. Voz ignorante de ególatra ministerial, querencia de vuelos altos para cambiar un sistema y hacer la guerra desde la trinchera de su despacho, porque la negación del advenimiento era clara y concisa a través de una negativa en la mano. La consideración de la palabra diálogo anegada en aguas de poder. Así, por mucho cumplimiento legal, la capacidad de discernimiento se queda en bragas y su motivación tan escasa que, aunque presentara mil folios con la razón y la legalidad de su mano, posiblemente la inspectora sin haber probado bocado ese día, indicaría la reforma del género del documento. Ya que, la hora del desayuno no había llegado a su cita aún, y una nueva victima habría que perseguir por multa y muesca de premio en su expediente. Posiblemente, su requerimiento sería volver a cambiar los folios de proyectos y planes por otros hechos a la medida del día en cuestión y por la variación lógica de temperatura en la citada hora de la agenda. Lanzándose a por otra empresa con idénticos argumentos.
Mientras, los grandes emporios seguirían protegidos por el silencio de sus labios, por la sordera de sus oídos y por la ceguera dirigida de sus ojos curtidos en mil despachos y en contenciosos de diversas raleas y de pieles diversas construidos a partir de burbujas inmobiliarias.
De nervio temblor con palmada en la espalda, le indicaron que a ver quién era capaz de coger el requerimiento de la audaz inspectora, que ese, era harina de otro costal. Voz ignorante de ególatra ministerial, querencia de vuelos altos para cambiar un sistema y hacer la guerra desde la trinchera de su despacho, porque la negación del advenimiento era clara y concisa a través de una negativa en la mano. La consideración de la palabra diálogo anegada en aguas de poder. Así, por mucho cumplimiento legal, la capacidad de discernimiento se queda en bragas y su motivación tan escasa que, aunque presentara mil folios con la razón y la legalidad de su mano, posiblemente la inspectora sin haber probado bocado ese día, indicaría la reforma del género del documento. Ya que, la hora del desayuno no había llegado a su cita aún, y una nueva victima habría que perseguir por multa y muesca de premio en su expediente. Posiblemente, su requerimiento sería volver a cambiar los folios de proyectos y planes por otros hechos a la medida del día en cuestión y por la variación lógica de temperatura en la citada hora de la agenda. Lanzándose a por otra empresa con idénticos argumentos.
Mientras, los grandes emporios seguirían protegidos por el silencio de sus labios, por la sordera de sus oídos y por la ceguera dirigida de sus ojos curtidos en mil despachos y en contenciosos de diversas raleas y de pieles diversas construidos a partir de burbujas inmobiliarias.
Así, la rueda de las armas afiladas para cambiar los designios de España sigue su curso. Menos mal que, en el polígono de Cobo Calleja las fuerzas de orden público han desvelado que todo este sistema no puede ser un todo a cien y que siempre hay algo más escondido. Quizás una falo de un actor conocido y famoso mundialmente que quiera darnos por el mismísimo con su instrumento al servicio de unos supuestos mafiosos. Esperemos con todo ello que la palabra justicia encuentre su camino y sirva este episodio como lección, a pesar de que muchos continuarán viviendo las pesadillas diarias en noche de autos y con el día pretendido en aras de su espalada con el sudor de la frente. Su frente y la pesadilla en forma de requerimiento que le persigue hasta la hoguera de los tiempos en turno cíclico. Buenas noches y buenas pesadillas.
Hasta la semana que viene. Disfruten de mi ausencia.
Hasta la semana que viene. Disfruten de mi ausencia.
Posdata: recordar a los amables lectores que estaría encantado de recibir sugerencias y opiniones sobre temas que puedan interesar. Pudiendo remitirlas a la dirección de correo electrónico referida debajo de mi firma. Agradecido de antemano.
Francisco. Javier Fresneda Diadosa
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