A Restituto Diadosa Palacios. In Memorian.
Reyerta de Octubre en Madrid con el calor deshumanizado calentando el día. Me enfrento al trasiego de la tarde ojeando fotos y registros del ayer. Magistral forma de encuentro y compañía , en las formas de unas fotos de nuestro querido arrabal, dicho con todo el cariño y orgullo del mundo.
Ensimismado contemplo las imágenes de las fiestas del Rosario, de las capeas y demás actos que hacen del pueblo un solo himno.
Me maravillo al pensar en la declaración de intenciones y en los valores que anualmente se reiteran con las fiestas. Nunca deberían perderse a lo largo del año y crecer bajo todo estamento reconocido.
Me traslado al recuerdo de una persona que fue entrañable para el pueblo. Calzado sobre las chirucas de su nombre, mi abuelo Restituto Diadosa Palacios. Hombre que en su declaración de intenciones y valores mucho tuvo que ver con nuestro lugar. Y que mejor momento para recordarlo que, en nuestras fiestas. Ya que, el presente debe mucho al pasado. Con el pasado en las alforjas de nuestro presente, aprendemos a llevar un futuro mejor, aunque muchos lo olviden. Hombre y pueblo unidos por una misma raíz.
Restituto Diadosa Palacios, nacido al albor del siglo XX. Emigró al continente americano cuando apenas contaba con dieciocho años. Cosas de la vida, su destino Argentina. ¡Quién lo diría ahora! A pesar de que nos vamos despertando cada vez más temprano en las horas de otro país. Después de trece años en los que hizo fortuna regresó a su España. En concreto a su querido pueblo.
Allí se estableció de nuevo materializando sus sueños. Emprendió un negocio con un colmado, una tienda de ultramarinos. También materializó sus ansias con el campo ya que, era una persona excesivamente trabajadora, estableciendo ganadería y agricultura.
Nuestro pueblo, por aquel entonces carecía de la riqueza material que hoy tenemos. Había mucha hambruna. Éramos un pueblo de grandes trabajadores pero con pequeños recursos. Se vivían tiempos de amistad, confraternización y fervor religioso pero el hambre, impedía muchas veces el crecimiento de un pueblo que lo merecía.
De nuevo, pueblo y hombre unidos por una misma raíz. El hecho de establecer un negocio y poder realizar las labores del campo, hizo que repartiese jornales y trabajo a sus vecinos huerteños. Pero eso, no fue la labor importante por la que merece ser recordado. Una vez terminada la Guerra Civil las consecuencias de la misma se hicieron notar de una manera alarmante en la población huertana. Más empobrecida, incrementándose el número de familias con dificultades. Triste lamento por una injusta vivencia.
Fue ese carácter luchador y humano, a veces perseguido erróneamente. Considerado por todos por su carácter altruista y generador de dividendos en la economía trujillano huerteña.
Sobrepuesto a las consecuencias de la guerra y, a pesar de las cartillas de racionamiento, incentivó a la gente para proseguir a través de actos que los más mayores del lugar seguro no olvidan.
Perdonando a muchas familias sus deudas para que saliesen adelante. Ayudando a las personas a comprar carros y utensilios para laborar. A otros les daba ovejas para que pudieran trabajar y comer cediéndoles algunas cercas, (como la del corral de la Peña).
Todo ello, unido a su ideal apolítico y humanista que lo impulsaba a estar unido al que lo necesitaba. Es lo que posibilitó a un hombre y su pueblo a estar unidos por la raíz.
Con el paso de los años lo he ido viviendo en las voces de la gente y, creo desde aquí, en este humilde homenaje a un gran hombre y a un gran pueblo.
No olvidando desde estas líneas la declaración de intenciones y valores, el orgullo de pertenecer a nuestras raíces. Y así lo celebraremos y lo festejaremos. ¡! Qué viva la Virgen del Rosario!
Y que unidos por una misma raíz nos ayudemos a solventar los problemas impuestos por los mismos males menos decadentes de lo que pensábamos los ilusos.
11 de Octubre 2012. Texto revisitado del 2008.
Reyerta de Octubre en Madrid con el calor deshumanizado calentando el día. Me enfrento al trasiego de la tarde ojeando fotos y registros del ayer. Magistral forma de encuentro y compañía , en las formas de unas fotos de nuestro querido arrabal, dicho con todo el cariño y orgullo del mundo.
Ensimismado contemplo las imágenes de las fiestas del Rosario, de las capeas y demás actos que hacen del pueblo un solo himno.
Me maravillo al pensar en la declaración de intenciones y en los valores que anualmente se reiteran con las fiestas. Nunca deberían perderse a lo largo del año y crecer bajo todo estamento reconocido.
Me traslado al recuerdo de una persona que fue entrañable para el pueblo. Calzado sobre las chirucas de su nombre, mi abuelo Restituto Diadosa Palacios. Hombre que en su declaración de intenciones y valores mucho tuvo que ver con nuestro lugar. Y que mejor momento para recordarlo que, en nuestras fiestas. Ya que, el presente debe mucho al pasado. Con el pasado en las alforjas de nuestro presente, aprendemos a llevar un futuro mejor, aunque muchos lo olviden. Hombre y pueblo unidos por una misma raíz.
Restituto Diadosa Palacios, nacido al albor del siglo XX. Emigró al continente americano cuando apenas contaba con dieciocho años. Cosas de la vida, su destino Argentina. ¡Quién lo diría ahora! A pesar de que nos vamos despertando cada vez más temprano en las horas de otro país. Después de trece años en los que hizo fortuna regresó a su España. En concreto a su querido pueblo.
Allí se estableció de nuevo materializando sus sueños. Emprendió un negocio con un colmado, una tienda de ultramarinos. También materializó sus ansias con el campo ya que, era una persona excesivamente trabajadora, estableciendo ganadería y agricultura.
Nuestro pueblo, por aquel entonces carecía de la riqueza material que hoy tenemos. Había mucha hambruna. Éramos un pueblo de grandes trabajadores pero con pequeños recursos. Se vivían tiempos de amistad, confraternización y fervor religioso pero el hambre, impedía muchas veces el crecimiento de un pueblo que lo merecía.
De nuevo, pueblo y hombre unidos por una misma raíz. El hecho de establecer un negocio y poder realizar las labores del campo, hizo que repartiese jornales y trabajo a sus vecinos huerteños. Pero eso, no fue la labor importante por la que merece ser recordado. Una vez terminada la Guerra Civil las consecuencias de la misma se hicieron notar de una manera alarmante en la población huertana. Más empobrecida, incrementándose el número de familias con dificultades. Triste lamento por una injusta vivencia.
Fue ese carácter luchador y humano, a veces perseguido erróneamente. Considerado por todos por su carácter altruista y generador de dividendos en la economía trujillano huerteña.
Sobrepuesto a las consecuencias de la guerra y, a pesar de las cartillas de racionamiento, incentivó a la gente para proseguir a través de actos que los más mayores del lugar seguro no olvidan.
Perdonando a muchas familias sus deudas para que saliesen adelante. Ayudando a las personas a comprar carros y utensilios para laborar. A otros les daba ovejas para que pudieran trabajar y comer cediéndoles algunas cercas, (como la del corral de la Peña).
Todo ello, unido a su ideal apolítico y humanista que lo impulsaba a estar unido al que lo necesitaba. Es lo que posibilitó a un hombre y su pueblo a estar unidos por la raíz.
Con el paso de los años lo he ido viviendo en las voces de la gente y, creo desde aquí, en este humilde homenaje a un gran hombre y a un gran pueblo.
No olvidando desde estas líneas la declaración de intenciones y valores, el orgullo de pertenecer a nuestras raíces. Y así lo celebraremos y lo festejaremos. ¡! Qué viva la Virgen del Rosario!
Y que unidos por una misma raíz nos ayudemos a solventar los problemas impuestos por los mismos males menos decadentes de lo que pensábamos los ilusos.
11 de Octubre 2012. Texto revisitado del 2008.
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