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Desconfianza

Artículo publicado en el diario digital la Opinión de Trujillo el 23 de Abril de 2013

Orden en el caos.
Soltare las ansias del descrédito. La bacanal financiera será preferente en las cuitas de mis prisas destempladas. La prosa asfixiará a la idea núcleo de la solución. El poema se verá ahogado en la incomprensión de una rima que no existe.
En un ritmo destemplado que cae en el abismo oscuro del silencio, el pensamiento será único. El único en derramar las ojeras del contribuyente en un desahucio de vida. Las ideologías se fundirán en la única trama poderosa, autarquía de unos cuantos que superan el umbral de la riqueza imposible de imaginar. Ceros que inflan bolsillos y deudas de corredores sin fondo mientras la bolsa se hunde tras la compra de una simple barra de pan. No hay para más.
Las horas son minutos devastadores en las oficinas silentes. La preocupación es realidad no aconsejada y vivísima en los bolsillos del vulgo.  Arcano invisible que desespera en la confusión de un sepulcro de negación de inviable negociado. Las deudas son kilométricas y su peso ya lascivo solapa las ganas de crecer.
Los bancos son las iglesias del ‘nuevo maná’ para los que tienen el engranaje entre sus méritos
En momentos de derrota el concurso de acreedores es la solución para mitigar las ganas de pagar a los proveedores con una quiebra consensuada en el dinero que partió. Y jamás volverá.
Caos que arroja a los pocos que consiguen sobrevivir en tempestad de lodo y dudas de vida. Mientras, las conciencias se anestesian y los dineros son robados del templo de los sacrificios, siendo permutados por sacrificados inocentes en la actitud del delincuente sin escrúpulo. Los bancos son las iglesias del ‘nuevo maná’ para los que tienen el engranaje entre sus méritos. Si, los que tienen el poder de encender y apagar el mecanismo.
Los astros siguen su curso impasibles e ignorantes ante lo sucedido en las pasiones de los mortales.
Mientras, nuestros gurús terrenales piensan soluciones a sus tentaciones. La egolatría de su perversión es el fraude de nuestras vidas y la percusión de un sonido machacón, que cae sobre nuestras conciencias, pesa mientras el futuro cada vez se hace más débil y descarado en la cotidianidad del ciudadano.
Con esta aviesa preocupación, transmito la inquietud por desvelar quizás para que no olviden. Me despido queridos lectores como siempre, hasta la semana que viene. Disfruten de mi ausencia y busquen soluciones cotidianas que nos permitan sobrevivir.

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