Ir al contenido principal

Estudiante y futuro

Francisco Javier Fresneda Diadosa


Artículo publicado en el periódico digital La Opinión de Trujillo el 15 de Agosto de 2013

Con irónico pulso y labia 'a lo Brassens' nos percatamos de este mes de agosto. Lo vivimos con la sonrisa como cuando "se aproxima esa música militar que nunca me quiso levantar, yo me quedo en la cama igual". 

No es para menos, entregarnos al pan y circo de las fiestas y verbenas donde evadirnos en dispersiones. Cruzar con cubata en mano y sonrisa fresca la alborada como siempre jóvenes. Como siempre libres. Estampar un verso en un papel y bañarnos en la etérea noche del verbo repartido. Dejar atrás la materia de un problema recorriendo la senda del abrazo constante del ocio encaramado a la prestancia de una actitud.

Todo esto, esta muy bien. Pero no hay que olvidar la presencia chulesca y cuesta arriba de un septiembre con visos de resaca y de pavor. De canallesco suceso que ni con un ripio se haría excelso. Noches tabernarias y de sueños por descubrir velados por la realidad del tañir de campanas. Ritos de colegios y universidad. Paradojas de un futuro por ver.

Quiero tratar con la preocupación de unas tasas por cubrir y unos precios a los que sorprender que, la imagen de la dicotomía universidad privada versus pública poco tiene de importancia si miramos objetivamente la evidencia. Nos arrastran hacia una campaña de imagen y lavativa en la que nos quieren hacer ver que para tener un futuro mejor, tienes que ser universitario. Se que esto siempre ha pasado. Pero, era más una cuestión familiar, de valores. Las ansias de padres por dar mejores frutos. De ansiar lo que no tuvieron etcétera. Pero eran otros años y otra sociedad. Ahora es, un pulso constante en los medios y en las clases políticas. Es una necesidad como tantas otras que nos crean. Es una suculenta tajada que se quieren engullir los mismos ansiosos de siempre.

La realidad se encargará de poner las cosas en su lugar. Ojo, que yo siempre pienso que la cultura no se debe dejar de en el lado más apartado, en el lumpen de nuestra existencia. Debe crecer con nos. No arrumbarla en el desfiladero de las consecuencias del descuido. Que la capacidad de cada hombre por aprender debe ser un derecho considerado y cuidado. Aseado en la propia génesis de la sociedad en la que se encardina. Que la sumisión al poder no deba ser obsecuencia a lo establecido. Que nuestra única arma cargada de futuro es la cultura y la educación.

Aunque en estos tiempos debe ser considerado por cada individuo como un hobby o incluso como necesidad pero difícilmente, que el realizar una carrera será tu carta de salvación para obtener un  modo de trabajo el día de mañana. Al menos, la realidad lo evidencia con la claridad de los datos y las cifras.

El descenso del número de estudiantes es consecuencia directa de la crisis.

El descenso del número de estudiantes es consecuencia directa de la crisis. Las vocaciones se siguen dando. La objetividad de plasmar el título en algo parecido a lo estudiado cada vez son más remotas. Muchos de los licenciados en arquitectura, ingeniería están poniendo copas o trabajando en el equilibrio de la parcialidad y de los contratos temporales en puestos inverosímiles que años atrás quizás se mofaban al pensar en ellos.

Las oleadas de migración por parte de una generación sobradamente preparada, hace poco fiable que los actuales universitarios puedan trabajar en aquello para lo que estudian. Así que, pensando con cierta objetividad y distancia, hay que escoger otros caminos.  En mi época, cuando yo estudie, levantabas una piedra y allí había miles de licenciados en empresariales o en derecho. Dos carreras de mayor permeabilidad y adaptabilidad al devenir societario.

Dosis de oficio y horas para aprender una profesión. Fomentar la asimilación de lo que era la formación profesional. Las instituciones garantes de un desarrollo de estos campos haría de nuestros jóvenes futuros profesionales que, hoy en día las universidades no se pueden permitir con sus cantos de sirena. Tampoco pueden vendernos el nirvana de la universidad privada porque sus convenios con empresas y bolsas de trabajo no serán capaces de absorber esa demanda. Quizás, unas prácticas remuneradas para comprarte el café diario, la prensa semanal y a lo sumo el abono transporte, es a lo que se podrá aspirar. Y más, si al tejido social lo sigue estrujando la patronal y su juego de ahorcados o de hundir la flota y la inanición de los sindicatos.

Con esta visión realista aprovechen la ensoñacion del verano para cerciorar y buscar buenos consejos. Entre copas o sarcasmos. En la tasca o en la apretada tabernilla. O en el paseo tardío entre la paciencia de unas pipas asegúrense  Quizás, lo que nos vendan sea un gato disfrazado de conejo. Resuelvan la disparatada ecuación del acertijo y disfruten de la vida. Al igual que disfruten de mi ausencia. Al menos hasta la semana que viene.

Kerouac97@hotmail.com
 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Coronavirus día 24 Esperanza la de la residencia

Coronavirus día 24 De la tristeza a la alegría solo hay un paso. En este vaivén circular solo hay que tener paciencia. El animo es inquieto y las noticias positivas siempre son consideradas. Descenso de muertes, ingresos en UCi y aumento de altas hospitalarias. Continuamos la lucha.    He recibido correo electrónico de una señora. Algo contrariado no dejo de sorprenderme.  Querido JaviJerryLee o como quieras hacerte llamar. Sigo con atención tu página y, quisiera darte a conocer otro enfoque.  Me llamo Esperanza y hace un par de días cumplí años, 94 para ser más precisa. Como bien puedes saber, he pasado por diversos acontecimientos en España. He vivido el hambre y la caridad. Pude cursar estudios, gracias a mis padres. Tenían un comercio que alimentaba al pueblo cuando no gozábamos del desarrollo de hoy día. Lo más grave, espero no se repita consecuencia de una guerra. Magisterio terminé y tuve la suerte de ejercer. A pesar de que no éramos muy bien remunerados

Coronavirus día 63 de la decisión

Coronavirus día 63 De la decisión  Ora ya la mañana en el despertar de un mayo anodino. Ora ya la hora del pulso encendido. Ora ya la decisión. Sin apercibir el pensamiento, en su silencio ora la necesaria firmeza para elegir a cada instante. Como todos.  Se dispuso a fregar con instinto asesino, un hombre de calmoso pulso. La decisión que debía tomar era la causante de sus nervios. Algo le decía que no era fácil y cualquier opinión al respecto iba a fracasar. Nada le haría convencer. Estaba condenado. Su deriva traería consecuencias.  Los niños jugaban en el jardín, bajo la atenta mirada del anciano. Para él, después de su crisis emocional, sus nietos le habían dado vida. Cuando eran mas pequeños, todos los días los llevaba y recogía del colegio. Se quedaba contando historias y jugando, mientras sus padres salían a divertirse o crecían en sus respectivas carreras profesionales. No debía olvidar que comenzaron en un pequeño apartamento. Cuando el abuelo se

Coronavirus día 34 Sara y el virus

Coronavirus. Día 34 “Sara y el virus” Como os dije ayer, un proyecto pretendía de nuestra colaboración. Presto confirmé la prestancia de mi intento. Sobre todo por la amistad que nos une. También como solvencia del Peter Pan que llevó dentro. Y que mi hija sea protagonista de unas aventuras pergueñadas por su padre y legado de la memoria. A la vez que impulsor de ciertos valores.  *el enlace  https://youtu.be/R9Nd0ME1r0Q os lleva al cuento oral. Posiblemente os guste más. Mis próximas colaboraciones en forma de cuentos podrán verse en  https://comunicabienestar.wordpress.com El cuento dice así.  La pequeña Sara en un día lluvioso miro por la ventana. Los cristales reflejaban tristeza. Y el ambiente era oscuro.  Al día siguiente la lluvia dejó las calles. Sara volvió a asomarse a la ventana. Con la cara expresó gestos claros. Un primero de asombro y sorpresa. Otro de duda. Acudió a su padre y le preguntó: Papá, papá. ¿Por qué el día es triste y oscuro si la lluvia