

“Nuestras voces se alzan,/ nuestros cielos se llenan/ de banderas, de banderas./ Verde, blanca y negra”. 8 de agosto de 2013.
En esta mañana de regocijo extremeño por su día grande, muchos españoles y en especial los madrileños, se levantarán con la resaca por la eliminación hacia la carrera olímpica. La sede del 2020 se fue a Tokio. Las banderas del olimpismo patrio se recogen mientras las de los valores extremeños se izan en este día.
De la frustración al desamparo solo hay un paso. La ilusión de una muchedumbre y un pueblo decapitada en primera ronda. No es hacer leña del árbol caído, pero de los errores hay que tomar nota y lo pretencioso, muchas veces, nos embarca en corriente equivocada o, al menos, la tribulación yerra.
El cohecho y la prevaricación campan en los valores de un olimpismo maltrecho. El espíritu olímpico es ahora quimera sostenida en el recuerdo de un hombre como Samaranch. Habría que investigar la amnesia pretendida de los miembros del COI. el examen de ingreso y su capacidad contrastada.
Evidentemente es que un mal endémico como la corrupción, instalada en suelo patrio como una pandemia, se ha vertido sobre los anillos olímpicos perdiendo el color para vestirlo de traje y encorbatarse hasta acogotar los clásicos principios universales del mundo olímpico.
Esto, que no escama y no escampa, no debería extrañarnos tanto porque nos han alimentado con el mismo aceite de ricino que pretendemos diariamente con la cadencia de las siglas políticas aquí.
Aparte de este dispendio y exhibicionismo de política moderna, ya sabemos que nunca congenió bien el arte o doctrina referente al gobierno de los Estados con la esencia del deporte.
Aparte de este dispendio y exhibicionismo de política moderna, ya sabemos que nunca congenió bien el arte o doctrina referente al gobierno de los Estados con la esencia del deporte. Evidenciar la ilusión de Madrid y su triple intento de superar un muro de incomprensión es un esfuerzo monumental. Por tanto, debemos paralizar, de momento cualquier nueva iniciativa hasta que no purguen una parte importante de los miembros que componen el comité olímpico internacional. Debemos centrarnos en nuestra política doméstica. Ya que la inyección económica como antídoto a la crisis no va a llegar.
También debemos realizar una autocrítica, que muchos tildarán de conversa al ponerla en práctica. Desde mi punto de vista, el hándicap evidente de que nuestra política exterior, tanto como con el Gobierno de pinocho Zapatero como cno el de mutismo Rajoy, nos dejan en un segundo o tercer plano dentro de un contexto sociopolítico de nivel mundial. Para que nuestra presencia sea tan real como el idioma de Cervantes -que, como efecto, inverso cada vez tiene mayor asentamiento en el planeta-, debemos replantearnos la vigencia de numerosas premisas ya caducas.
La imagen de corrupción tan manifiesta y el lastre de la 'Operación Puerto' nos lleva a trasformar nuestro rostro en caretas burlescas y hacen que, desgraciadamente, nadie nos crea. Ello, unido a la falta de inversores, la agonía de nuestra crisis y el desafío de un nuevo modelo de gestión, nos ha abocado a la criba, por no desmerecer a alguno de los miembros que han defendido la candidatura con preparación escasa debido a tanto relajante con café con leche.
Hace tiempo, algún miembro del COI afecto a nuestra candidatura, sostuvo que en los últimos meses convendría para el interés hispano el pasar desapercibidos. Mira por donde, surge el vergonzoso conflicto gibraltareño, a escasas semanas del examen definitivo. Buscando un símil académico, en este mes de revalidas, aunque con los nuevos planes de estudio están desapareciendo, cateamos con la ignorancia del inocente.
Triste es que la candidatura con mayor apoyo popular se haya trasformado en fuegos artificiales de escepticismo y no hayamos querido dejar de mirarnos en el espejito mágico de la bruja maligna de Blancanieves. Orgullo arrogante que no dejaba ver la máscara de la mofa europea recolgando de la Torre de Londres, de la Puerta de Brandemburgo o de la mismísima Torre Eiffel. Desconcierto de militantes de las comisiones y sobres cerrados, con los endosos suficientes para satisfacer cualquier vanidad del ego político.
De momento, hasta estar mejor preparados y que los profesores no nos tengan manía, debemos cambiar de carrera. Ya como alumnos, nos podríamos dedicar a otra historia más provechosa para nuestro futuro cercano. Así, las asignaturas de Exteriores, Ética y Política, en prevención de escándalos patrios y en sus ramas de partidos políticos y de monarquía, deberían ser revisadas a conciencia. Como, al mismo tiempo, se debería olvidar esa incongruencia de querer una sede olímpica cuando el dinero cada vez se recorta más y más para los atletas y deportistas en deportes no elitistas pero si olímpicos y que tan buen sabor han dejado en nuestros compatriotas en pasadas ediciones. Al mismo tiempo, se deberá fomentar el espíritu olímpico a través de nuestras vidas y no todos los valores que van enseñando sin ruborizarse al presentar su candidatura.
Les dejo ya, disfruten de mi ausencia, como siempre, hasta la semana que viene. Imaginen unas olimpiadas extremeñas y luego, Dios dirá. De lo que nadie nos podrá eliminar a las primeras de cambio, es de nuestro orgullo por ser extremeños de corazón. Y lo que, desarrollemos a través de nuestros actos y opiniones en nuestras ciudades o países de adopción será el espejo con la que Extremadura se dará al mundo. Así que sean verdaderos olímpicos como extremeños de pro. Y nada, felicitar al elegido.
Kerouac97@hotmail.com
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