Jesús se olvido de pagar la cuenta de la última cena. La tostada quemada del desayuno es zarandeada por los presuntos mártires del compás, mientras una finitud de mantequilla se dispersa por la raya del presente.
Resbalando sobre ella una tenue capa de argumentos no masticables. Quisieron dominar la cumbre del mundo sin ser vistos, quisieron sopesar las viandas de la última cena y no compartirlas.
Créeme, es mejor pasar desapercibido, si no irán a por ti; inventarán las historias que no creíste vivir. Culpabilizarán la culpa en el ego de tu reo, con tu voluntad encadenada a la condena de sus risas. Imágenes impostadas de la vida que nunca sentí.
Los invitados a la última cena pagan con su rencor la perogrullada de una cena de restos de saldos. Opulencia no saciada son los restos que corresponderían a los que no creen en la vanidad consentida del poder, viendo la salvación en la sencillez y humildad de los platos.
Relatan que son las expresiones tan grandes que cualquier excusa es buena para fagocitar cualquier extraño perfil que se interponga en el camino:
"Yo que creí que los caníbales eran una palabra que se arrastraba desde otros siglos sin sitio al que acudir".
"Yo que percibo la luz oscura dentro de mi ceguedad. Yo que compuse la melodía del desastre. Yo que consentí el mandato de los poderosos y los faltos de ética. Yo que construí los lunes de sombra y desolación. Me pregunto cómo se me escapo Francisco entre las estancias del palacio episcopal. Como pude obviar al boludo entre los feligreses y no dejar su inmensa labor allá de donde vino".
Así he leído frases e historias sobre el nuevo Papa y reconozco que el hombre me cae bien. No sé cuanto durará en su empeño y si le dejarán seguir las cúpulas de poder. Declaraciones y hechos hacen del Sumo Pontífice el enemigo número uno de los prelados de la Santa Sede.
Sus hechos vienen a ser más políticos que religiosos, menos evangélicos y más reales.
Fuera de ambages y homilías que desviarán la atención. Sus hechos vienen a ser más políticos que religiosos, menos evangélicos y más reales tratando de acercar la realidad a la iglesia y no al revés. Si cundiera su ejemplo, en determinados estamentos de los poderes fácticos y públicos, otro gallo nos cantaría.
Este trazado tan real por el que el Sumo Pontífice transita, otros tantos deberían practicarlo. Por eso, hay que celebrar el ejemplo tan acertado con el que el Papa Francisco quiere instruirnos. Que su visión no sea la misma que los globales de la urna de cristal y poltrona asida por los tornillos del inmovilismo. Acertado, pues, intentar ver lo que muchos políticos no quieren ver y no me refiero solo al precio del café o de un billete de tren. Esa realidad que asesta y mata. La realidad que no perdona y las cloacas que quieren cegar. Un mundo que hacen los políticos para que luego ignorantes y desesperados les voten, para intentar salvarles de una situación que ellos mismos han creado.
Espero que el olvido de Jesús sea la conciencia de todos los poderosos. Así pues, rezaremos un Padrenuestro por la buena fe y por la cercanía de las novenas de las fiestas del Rosario. Disfruten pues, de mi ausencia, hasta la semana que viene. No despilfarren más de lo que tienen porque quizás muchos más lo necesiten. Al menos, el reproche de su mente no tendrá nada que echarle en cara.
Kerouac97@hotmail.com
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