"La filosofía de la vida tranquila"
Artículo publicado en el periódico digital La Opinión de Trujillo el 12 de febrero de2014.
La mañana se presentaba difusa. Ajena a las preocupaciones de un simple mortal. Aunque la mortaja en definitiva de poco servía al final de la obra de teatro. Porque pensaba en la incineración debido a las palabras bíblicas y proféticas, de polvo eres y en polvo te convertirás.
Se vistió con la cadencia del movimiento lento y como en una letanía los actos se repetían con la costumbre de lo cotidiano. El desayuno le servia como confidente; confesor de los desvelos diarios y parte real de los titulares del mundo que un día pobló. Notó la ausencia de estrés, compensado con cierto letargo en el devenir del dia. Sobre todo cuando tenía apellido de invierno. Apaciguado en el rellano de su pensamiento esbozó una sonrisa, al pensar en lo que quedaba de jornada. Antes, el desconsuelo y el nervio eran consignas, en forma de ataúd, en la vestimenta de sus huesos. Cuando la ciudad fagocitaba todos los impulsos naturales, convirtiendo a las personas en autómatas figuras, con la única premisa de la supervivencia en la URL de sus cuerpos y la insatisfacción tatuada en los rostros del destino diario.
La información excesiva colapsó el circuito neuronal, las ansias de crédito eran muescas de enfermedades en los torsos de sus problemas. La postración se hizo realidad según la crisis iba terciando etapas. El mayor desdén a una de las filosofías de vida inyectadas en la sien de los ciudadanos, objeto del desgaste físico y económico a través de las pulsiones de un estado hambriento y necesitando de mayores coberturas a las elites gobernantes. Esta rueda económica expendedora de impuestos y exprimidora de clases y Pymes iba ahorcando la voluntad del que tenía deudas o créditos. Siendo una bola de nieve que iba absorbiendo en sus giros la escasa libertad económica que le quedaba al sujeto que tributaba con la cadencia del que peticionaba su cobro.
Además de los entuertos de la casuística, tremolar los trémolos ascendentes en rápido movimiento eran agitación en su pecho. Así pues, sorbió lentamente del tazón la leche caliente de su consuelo. Con la satisfacción del que había tomado la determinación de una buena solución.
La singular alharaca de la ciudad había colmado el vórtice de la impaciencia. La derrota laboral, el desconsuelo de años de lucha embargado en las consecuencias de una hipoteca, con la obsesión del tipo suelo y la irrisoria visión del tipo techo. Unido a que sus hijos ya no habitaban calor de hogar y su mujer, dedicada a sus labores, reconfortaba su presencia. La decisión era una honesta forma de vida. La venta del hogar y la vuelta al origen de su partida, cuestión de semanas. Las secuencias posteriores hicieron que el miedo se trasformase en calma. En las vestiduras de lo sencillo y el culto al placer del tiempo. Mayor compensación que el fluido del dinero y su agotador impulso. Recordó a los ascetas y a los eremitas. Labró el silencio de la meditación y terminó el desayuno. Dio un beso a su mujer y se marchó al huerto a degustar la placidez de los minutos.
La vulgaridad de la frivolidad muchas veces origina la cita por el que cualquier mortal puede caer en el abismo. A mayor altura peor será la caída. Por eso conviene tener alternativas para sobrevivir en estos tiempos modernos. Una buena prueba de ello es la vuelta al anglicismo slowtime. La filosofía del tiempo tranquilo puede ser una buena manera no subvencionada de estar en paz contigo y con la sociedad. Ya esta bien de discernir cuestiones como la batalla del cine. Muchos cuestionan el valor de dicha subvención al arte cinematográfico mientras no se cuestionan el patrocinio con el dinero de todos de los partidos políticos, los sindicatos etc; o la problemática real de la monarquía y el juicio de la infanta u otras cuestiones que ahora mismo me tienen saturado. Para no entrar en diatribas, que no me van a resolver la vida, he decidido hacer un experimento y allá estaré, nueve días en tierras extremeñas, practicando la deseada vida calmada. Disfruten de mi ausencia hasta la semana que viene, como yo disfrutaré de la vida que huye del mundanal ruido, esperando poder transmitir la experiencia en un nuevo artículo.
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