"El director de hotel"
El director de hotel embozado en su pacto de silencio contemplaba, absorto, la lluvia. Las caladas profundas remarcaban su tez de indiferencia. A su espalda una mujer desnuda recogía su uniforme. La noche caía vehemente sobre su pensamiento y el pulso discontinuo era recogido en la ofrenda del dinero continuo. La habitación desordenada y sucia reflejaba la opacidad de su gestión. Las cartas marcadas eran culposas sensaciones de un requiebro legal en el desierto despecho de la calidad del establecimiento.
Sin las noticias tenues de la crisis golpeando las puertas de las habitaciones la corrosiva sensación le amargaba. Carne joven para Linda que la fuerza de la costumbre no saciaba ya sus impulsos. La costumbre se hacía cotidiana y la ilusión abyecta.
Percutió en el instante para externalizar la presencia de las trabajadoras y repercutir en sus costes a la baja, la disquisición de otras cuestiones.
Continuare. Próximamente.
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