"Hasta siempre Presidente". Artículo publicado en el periódico "La Opinión" de Trujillo el 24 de marzo de 2014.
Siguió a su sombra entre las lamentaciones del presente. Imprecaciones al futuro evidente de una derrota en la soledad del sello, tampón de oficina en los servicios de empleo. El desastre de su presencia, figuraciones de lo que pudo haber sido. Y la flauta atravesaba el sonido de recuerdos de estudiante protesta donde todo estaba por hacer.
Suárez viento fresco, bocanada necesaria en la claustrofobia de un país atrincherado en su autarquía ensimismada. El gesto cómplice y la sonrisa de galán era el salvoconducto para el Presidente más joven de nuestro país. El humo de su fiel compañero el tabaquismo una más de la causas de sus desgracias juntó con la beligerancia de tanto café cargado. Y para colmo el futuro le veló la mente en las despedidas de sus mujeres.
Hoy se marchó físicamente de la realidad de nuestra sociedad, para un hombre que ha dejado su impronta en la huella del recuerdo político, en la consigna del desarrollo y el impulso en época de transición. Verbo fácil y combinación convincente de discurso y cercanía, educación y liderazgo permitieron asimilar en su partido las ilusiones del pueblo español. Canalizando una etapa ingenua pero de vital importancia en la proyección patria. Sin mermar los discursos de los demás partidos y dando apertura a las distintas posturas dentro de una democracia recién estrenada. Un logro apoteósico el aunar en la Carta Magna las divergencias de todos, en una constitución en el que parte de su articulado está quebrado por el devenir de los tiempos, pero vigente en pleno siglo XXI, gozando de una vitalidad envidiable.
Hay estaba él recuperando la memoria, aguantando el día de primavera huidiza, como miembro de la larguísima fila de ciudadanos que pretendían rendirle un particular homenaje. Agradeciendo en una muestra de cariño colectivo sus años de presidencia. Como antaño, muchos colores reunidos en torno a él. Junto con las gotas de lluvia el respeto silencioso se entrecruzo por las calles que rodeaban al Congreso de Diputados. La Cámara Baja, representante del pueblo, se postraba respetuosa ante el féretro del Presidente difunto.
Tuvo ráfagas de recuerdos en torno a la figura de Suárez. Hombre dejado a la suerte de sólo ante el peligro. Pero a la vez carismático y amigo de diversas facciones. Valga al menos el honor de haber tenido el papelón de su vida, en sus manos el designio de España. A pesar de haber heredado dicha cuestión con sus claros y sus sombras, no temió en lanzarse contra Tejero y los suyos en la defensa de su amigo Gutierrez Mellado, mientras el resto de diputados estaba agachado y acojonado. Fue un hombre de coraje y valentía. No todos podían no podrían decir lo mismo.
No pudo evitar, mientras se acercaba después de haber atravesado el paseo del Prado, la calle los Madrazo, Alcalá y Cibeles, mostrar en su cara la satisfacción del deber cumplido. La gratitud de un demócrata ante la historia misma de su país. Incluso, no compartiendo alguno de su ideario político, pero si valorando el fondo político y social del pulso del siglo, con el hecho relevante de la Transición. Así pues, pensó, después de varios kilómetros recorridos y horas de espera: hasta siempre Presidente.
Como muchos de los miles y miles de demócratas que le presentaron sus respetos ese día. Les remito a la semana que viene, disfruten de mi ausencia.
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