Bocetos en el metro. Parque de Roma.
Parque de Roma mis pasos va vistiendo. Favor de recuerdos y sonrisa preñada en la voluntad de los metros del ayer. Pradera ancha y vértigo en la loma de sus caderas. Abismo de tiempo en la caminata de su posesión. Luz que me atrapa en la canción del protagonista de una época feliz. Acorde de costa Odonell en la tensión de las venas del adolescente.
Escapada de besos bajo la visita de la intemperie y la cuita de nuestros abrazos la expresión de una libertad sin deshacer. Cuerpos alegres con la despreocupación de los días en pasatiempo singular. Vivaz despertad de paseos y charlas bajo la despreocupación de la piel lunar.
Los bancos eran soporte de sueños por cumplir y la hierba remanso de paz. Lugar recóndito y recoleto donde estampar el descanso de nuestras locuras. Calmar la agitación de la noche frenética. Sabios del presente y el disfrute.
Parque de Roma y la posibilidad de las ilusiones en vuelo. Repasar la presencia juvenil de mi rostro y en su caricia me atestiguo como testigo complacido de una etapa de vida. Juegos de perros en la verde armonía de un grupo de locos de atar. Presencia de las huellas de nuestro paso quedan en la querencia del parque. Los ladridos calman mi realidad y el transbordo me hace bajar al menos veinte años atrás. El aroma sigue intacto en mi recuerdo y las vivencias se agolpan, corretean entre los caminos. Afloran en la pradera.
Es tan grato dejarse ir entre tu cuerpo Parque de Roma, que tu destino me lleva al alma de mi Costa Odonell. Mi tranquilidad, la segura presencia de mi privilegio. Mi felicidad.
¡Qué bonito! Además, junto con el poema nos regalas no una, sino tres imágenes.
ResponderEliminarPero, créeme, pese a la belleza de las fotográfías, lo que ha evocado otros tiempos, sencillos y felices, han sido tus letras.
Espero que en estos días que comienzan a ser veraniegos vuelvas a sentirte como en el parque de tu adolescencia... ¡Qué menos!, si así has hecho sentirse a, al menos, uno de tus lectores.