21/04/2014
Artículo publicado en el periódico digital "La Opinión" de Trujillo. El 17 de abril de 2014
Es tiempo de pan y circo en decadentes acciones. Copa del Rey y el pueblo se entretiene. Disquisiciones en campo de nadie y Cataluña independiente.
Polvillos en la nariz, maquillaje de un todo a cien. Ya ni a Bogart le queda París. A nosotros la primavera con sus ganas juveniles y su ideario de sol y nube. Flor de jara y encina sobre berrocal extremeño. Nos queda la ilusión de la resurrección y el Chiviri engrandecido en fiesta de interés cultural.
Las imágenes en procesión y el pueblo solicito de fe ante la amargura de unos momentos de balanza esquiva. Discernir el acto religioso con la espiritualidad de los hechos o la simple curiosidad de un festejo en ojos ajenos, es suficiente para complacer el alma y los sentidos.
El sentimiento humano a flor de piel en la tensión de un pueblo y en la neuralgia de los autos sacramentales. Como la primavera, dueña y señora de vida, la resurrección de la carne se hace visible en el mismo domingo del mismo nombre. Acto supremo en donde lo religioso y lo humano se unen en fervor popular y éxtasis de gentío.
Así pues el domingo del 'Chíviri' se engalana de color en nuestro Trujillo del alma mía. Culminación festiva de la Semana Santa de larga arraigambre en la cultura y sociedad trujillana. Como he dicho el color se une al jolgorio popular constituyendo una auténtica fiesta pagana, desvistiendose del boato y el recato de los días anteriores.
Así pues el domingo del 'Chíviri' se engalana de color en nuestro Trujillo del alma mía. Culminación festiva de la Semana Santa de larga arraigambre en la cultura y sociedad trujillana. Como he dicho el color se une al jolgorio popular constituyendo una auténtica fiesta pagana, desvistiendose del boato y el recato de los días anteriores.
La plaza mayor, dueña y señora de la ciudad, es la encargada de dar vistosidad al acontecimiento y desde este marco incomparable, la vivencia es un chute de adrenalina y diversión. Incluso en días de lluvia como el año pasado no fue óbice para su deleite y disfrute, haciendo real la frase de Trujillo es el pueblo más bello del mundo y aquel que lo dude que pase por el. Así es querido lector, en esta mezcla espiritual, histórica, social, visual y humana donde la grandeza del momento es digna de sentir y vivir.
Y como resurrección pagana, un consejo: vengan a Trujillo y deléitense, disfruten de su historia y de su presente.
No voy a hablar de los grupos irrespetuosos que se dan en todo acontecimiento público pero este enclave vital de encuentro con el personal ataviado con el traje típico regional, sobre todo las damas que son las que encandilan y dan el sabor folclórico por el gusto de sus ropas, atuendos y orgullo con el que lo visten. La algarabia de los cantos, bailes mezclados con el buen yantar y la pitanza, es la exaltación de la vida misma.
Todo ello prosigue como bien saben, el lunes siguiente, día festivo en la ciudad (Lunes de Pascua) y se tiene la costumbre de ir a comer al campo y reunirse las familias y las pandas de amigos. Un nuevo impulso a la exaltación de la vida y con la que está cayendo, compensa.
Unos días de pan y circo en definitiva no son malos para el cuerpo y el espíritu, pero de ahí a que sean todos los días del año va un trecho. Así pues espero que políticos y demás gerifaltes sopesen y mediten, disfruten y después se pongan al tajo para arreglar todos los estropicios que la corrupción ha motivado.
Que las arengas cotidianas no sean solo discursos encorsetados para su deleite, en las elecciones europeas que llegan. Y como resurrección pagana, un consejo: vengan a Trujillo y deléitense, disfruten de su historia y de su presente. Como también disfruten de mi ausencia hasta la semana que viene. Eso si, como siempre, disfruten de mi presencia si me ven estos días caminando por las calles de mis rincones favoritos.
Comentarios
Publicar un comentario