Trátame con el favor de un niño. Estoy cansado del devenir diario. Necesito huir. El rincón que me haga olvidar y que me de las fuerzas que me faltan. El granizo en la mochila se derrite y el peso es mayor. Harto de bajarme los pantalones muchas veces ante el oprobio del poderoso. Medito la posibilidad de no seguir. No quiero perder mi valioso tiempo entre las horas de una oficina que no me va a devolver los minutos perdidos y los hechos verdaderamente importantes que nunca podré volver a recuperar. Recapacito con los cachitos de mi que voy recuperando y concluyo que no merece la pena seguir en la jungla que roba tus instantes. Porque yo no tengo que dejar a ningún vástago lo poco que tengo. Porque lo único que tengo es perder mi tiempo en personas que no conozco y en terceras exigencias y responsabilidades que ni me van ni me vienen. Así pues creo debo dejarlo y seguir mi camino con los míos. Porque ellos sí necesitan mi tiempo y mi responsabilidad son ellos. Lo demás empieza a carecer de importancia. Ahora solo necesito el valor de hacerlo.
El sol seguía percutiendo sobre su sesera y el cuerpo de su amada era el impulso sobre la arena de la playa. El agua estaba impresionante pero las medusas eran el recuerdo tangible del futuro inmediato en piel de península.
JaviJerryLee 23/07/2014
Ojalá el descanso veraniego haya repuesto tus ánimos y energías. ¡Un abrazo!
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