Escrito publicado el cinco de junio en mi columna del periódico digital La Opinión de Trujillo.
Con su pelo cardado y la chupa de cuero, anclado el rímel en épocas pretéritas de glam el ruido de fondo volvió a distraerla. Su abstracción pereció con los gritos de la realidad carente de ensoñación.
Con su pelo cardado y la chupa de cuero, anclado el rímel en épocas pretéritas de glam el ruido de fondo volvió a distraerla. Su abstracción pereció con los gritos de la realidad carente de ensoñación.
Quién tuvo retuvo y sus pechos, carne de pecado pluscuamperfecto, fue la perdición de los opulentos patrios. Ella que fue dama y señora de la alta alcurnia en las noches madrileñas. Algarabía y liturgia en los mentideros de palacio y el foro por montera, era rendido por las largas piernas y sus besos sabios. Ella que siempre sirvió al Derecho, en tiempos de transición, quiso acoger al necesitado, como buena samaritana, a cambio de detalle pecuniario sin importancia o los contactos de poder que la hicieran dueña de los amores de alcoba de los devotos de la patria y sus sillones en la Cámara Baja.
La noticia le fulminó de su idea en el Páramo. Hacía años que no frecuentaba su compañía y quizás sí envidió a la mujer con nombre de Corina. Aunque para su tranquilidad pensó que ella había sido más productiva para los designios del país, en tiempos convulsos que esta princesa de falso imperio y melena rubia frisada.
Abdicar era la palabra de moda. Concepto que ya asimiló hacia tiempo. Le apartaron de la cúspide porque sabía demasiado y podría poner en peligro la demagogia del sol donde calentase. Una prejubilación impuesta, aún cuando sus pechos desafiaban las leyes gravitatorias. Y sus contornos eran despeñaderos de deseos intocables. Abismo de seducción y adicción de los hombres venerables.
Llegó una tarde de domingo después de la meditación y el rezo. Nadie quiso que la mezquindad de los celos ni el engranaje maldito de los temores de conciencia pudieran afectar a la Nación. Todo por la Patria y por la Patria se retiró. Asunto de estado y nada más, el peligro de la testosterona al roce de su piel morena era suficiente para la retirada, sin que peligrase nadie.
Ella como una buena ministra de relaciones personales asumió la responsabilidad de su cargo y en silencio abandonó la fortuna de la política y su carrera. Asumió su devenir de la mejor manera posible y procuró su felicidad como también para el que la cuidó sin saber de su pasado.
Pero ella no tuvo ninguna posibilidad, no hubo referéndum. Quizás muchos hubieran querido su presencia en aquellos años tan duros, en esa travesía y aprendizaje hacía Europa y la modernidad. Aunque se resintieron de la decisión, hubo resentimientos por parte de algunos opositores, nadie pudo en público hablar; mostrar y demostrar su opinión. Eso le apenó por muchos años.
Dejemos que la soberanía del pueblo hable. Esa soberanía popular es la idónea y más gentil de las formas de Estado.
Ahora sí tenemos la oportunidad. Dejemos que la soberanía del pueblo hable. Esa soberanía popular es la idónea y más gentil de las formas de Estado. Escuchen al pueblo y no vulneren la libertad de pensamiento y opinión, más si viene con sintonía pacífica. Yo con independencia de Monarquía o República quiero auditar la opinión general de los ciudadanos. Esa es la verdadera democracia.
No dejemos que la retiren de nuestras vidas como paso años atrás. En virtud de ello me despido de ustedes queridos lectores, disfruten de mi ausencia hasta la semana que viene. Y no dejen de opinar, por fortuna nuestra.
Kerouac97@hotmail.com
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