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"Una heroina indecisa"

"Una heroína indecisa"

Ha afrontado la razón del descuido. No dejó la puerta cerrada. Quizás entornada. Pero en su fraseo nunca permitió entrever nada, es más, en el umbral de su fonética y con las palabras hechas, no llegó a ver el tono de una invitación. Sino más bien una ironía, un extraño juego que conseguía enloquecer o anegar de cuestiones los muros psíquicos de su mente. A pesar de la ligereza de la pregunta ni en un atisbo de segundo pretendió intuir la respuesta correcta. Ella en ningún momento enseñó sus cartas a pesar de los besos furtivos. De los robos sentimentales que se reflejaban en su mirada triste. Precavida en su reflejo, el pensamiento era torbellino vital de ojeras impresas en su rostro. No quería desnudar su alma al abrigo del abrazo que le ofreció. El miedo a caer persiguió su psique. Los problemas, consecuencia de sus relaciones difíciles no quería que volvieran a repetirse. Aunque alguna vez le atrajeron los tipos turbios de aire chulesco y vidas difíciles. Extraña pasión, reflexionó. Quizás eso quebraba su particular obsesión. No comprendía porque no le mostraba sus verdaderas razones que, escondía tras sus frases y sus miradas arrobadas. Sabia que con él, su relación no seria idílica pero quizás más placentera que con los demás hombres. Al menos hasta que llegase su verdadero príncipe azul. El que realmente merecía.  Pero el miedo era piel curtida en su epidermis. La ilógica cuestión del bello a flor del corazón su dilema. Imaginaba días de vino y rosas mientras su estancia en el país extranjero era consecuencia de valentía y agallas. Otras mujeres en cambio sucumbieron en forma de mafias y virtudes olvidadas. Otras, murieron en manos de las drogas o dieron con sus posaderas en las losas frías de una celda. Ella aguantaba y crecía fuerte imaginando la luz de agosto sobre sus ojos. Ansiaba su tierra y no olvidaba los impulsos que los suyos le enviaban a través del skype. Era su fuerza. Ejemplo de las horas y tesón en su madrugar. Horas de ruta en la labor de los días. Su única alegría su risa y el mañana. El presente no se lo jugaba a cara partida a pesar de las trampas de los que en su día confío. Entre líos de rejas quiso un antiguo novio embrollar. Por eso desconfiaba de los hombres. Al menos el creyó. Y en su credo evidenció su aprecio. Pero el aprecio posiblemente era suficiente para que hubiera algo mas, mucho más allá de lo que la comprensión pudiera mostrar. 

Así pues la respuesta solo el viento, su corazón y su mirada triste sabrían. Aunque la indecisión aturdiese constantemente a la heroina de sus sueños. La princesa de su castillo.  


JaviJerryLee@2015 mayo. 


Comentarios

  1. Aunque triste, hermoso relato que, como siempre, nos regalas envuelto en poesía. ¡Un gusto leerte!

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