Ir al contenido principal

Cuenta corriente de nuestros días.

Cuenta corriente de nuestros días

Artículo publicado en el periódico digital La Opinión de Trujillo el 17 de octubre de 2014. 

"Y el cabrito más listo se escaquea de tirar de tarjeta, mientras mea con mi polla, por no gastar la suya".
Joaquin Sabina
Apostado en la barra del bar, oteando el horizonte del porvenir, me embauqué de las razones de un contertulio de edad avanzada y senectud sorprendida, al paso del noticiero despeñado de esta perra vida, de existencia tramposa y vil.
En definitiva, me traslado sus cuitas y sus miedos que, resumiendo podría indicarles del modo siguiente, (suplantado su pensamiento por mi ego para no importunar a nuestro protagonista con la indiscreción de los curiosones de mala baba):
La cuenta corriente de mis desvelos sangra mensualidad. Números rojos apostados en la ojera de mi pensamiento. Inyecta afrenta que proclama mi indignación. Razones para disolver el poco dinero que pudiera ahorrar. No hay suero que compense perdida. Porque negras tarjetas decorarán la ansiedad de los taimados, de los sinvergüenzas que pretenden darnos lecciones de urbanidad. 
Pero, las reglas del juego no están hechas para ellos. Aunque la sociedad en auxilio de preferentes y en rescate de números acudiera en beneficio de ellos. Prestos a salvarles de la tentación. Pecado mortal de la avaricia. Y con esos lodos nos pagan, riéndose en nuestras caras de gilipollas, su presunción de hombres de Estado, valedores de valores que algún día presentimos. Maleantes de indigna mirada que la pinga se les caiga a cachos y paguen las deudas contraídas, aunque perezcan en el infierno y sus fieles votantes de ceguedad mental les santifiquen en cuerpo y mente de pecado.
Que la causa de una regeneración comience y la ostia sagrada les sea negada en los ojos ausentes de sus correligionarios. La única opción es una limpieza de concepto y de valores, una condena dura desde la justicia y un cambio radical de los valores y mentalidad de partido. Malditos bastardos de la democracia, con vuestra plutocracia os daba yo exilio al confín del Ebola para hacer modificar vuestras conductas y malogrado Vicente Ferrer os diera cura de humildad y vocación verdadera.
Que la borrachera de vuestros actos sean tarjeta preferente, para manchar la poca dignidad que os queda y se hunda en el chapapote más espeso. Brindemos por la derrota de vuestro apellido y que en la ínsula del olvido quede con la desnudez material de vuestro afecto”.
El anciano extasiado en sus pensamientos lloraba y moría de pena mientras el sueño de su dorada jubilación se oscurecía ante deudas de imposible solución. Una cruz como firma fue la equivocación de la inversión de los ahorros de su vida, ya que preferentemente se fueron trasformando en los vicios ocultos de unas negras tarjetas en la firma de los hombres en los que él confió su vida.
Este es el argumento que debemos sopesar. Aunque luego echarán la culpa a los ancianos y jubilados, a los ignorantes ciudadanos y a los que tienen carrera de vida. Ya que, todos firmamos los papeles que nos indicaron los gestores de nuestros ahorros en los bancos que dimos nuestra fe y vida de trabajo.
En ese marisma de letras y enredos debemos saber, además del préstamo  conveniente, nuestra muestra de aceptación sadomasoquista que pudieran cometer y cometiesen dispendio económico el consejo o el desaconsejo rector en beneficio de gastos de representación y lustre de un parné entregado de buena fe para su liquidez futura en las manos de los confiados culposos. Así pues no tenemos ni derecho a la pataleta.
Qué poco solidarios, qué egoístas hemos podido ser. Somos culpables de la situación y la crisis heredada es culpa nuestra, por nuestros excesos. A quién se le ocurre ahorrar, por ejemplo en cajas que antes eran fundaciones cuyo fin era el beneficio social, aunque no supieran lo que esa palabra significara. Porque claro es, el beneficio social a partir del escalón del ático o de la propiedad de mi socio en la dirección de este sinsentido.
Ahora, qué le digo yo a mi tía y a mi vecina la de sonrisa tierna o al del Kiosco que creyeron en su jubilación particular, con sus ahorrillos para no molestar nadie en el invierno de sus vidas.
Que son culpables de su avaricia. Que lo mejor que ha pasado es que estos señores practiquen el dispendio de nuestros sueños. Que tuvieron que hacer frente a una práctica de política real de gasto en campo de batalla. Que deben explorar en diversos negocios para mover el motor económico del país. Que ellos tienen el conocimiento y la información para ejecutar el trabajo que tanto les cuesta gastar.
Así pues, no se confundan, somos culpables.  Pobrecillos ellos que pretendieron lo mejor para nosotros al frente de Bankia. Somos unos desagradecidos. Estoy pensando hacerles una donación por sí no han tenido bastante y como agradecimiento por su labor, ah! pero ese dinero ya se lo di al firmar las preferentes, ¡qué ingenuo!
No sabemos lo malo para la salud que puede ser para nuestra nosotros tener dinero de otros y encima gastarlo. Además, que generosos son, que algunos lo devuelven e incluso dimiten para que otros puedan disfrutar de sus prebendas. Si, en el fondo es lo que tiene este país, todo hijo de vecino es un jodido envidioso. Les dejo pues, hasta la semana que viene, disfruten de mi ausencia.
Agradecido quedo por sus altruistas donaciones y sus innecesarias indignaciones.
Kerouac97@hotmail.com

Comentarios

Entradas populares de este blog

Coronavirus día 24 Esperanza la de la residencia

Coronavirus día 24 De la tristeza a la alegría solo hay un paso. En este vaivén circular solo hay que tener paciencia. El animo es inquieto y las noticias positivas siempre son consideradas. Descenso de muertes, ingresos en UCi y aumento de altas hospitalarias. Continuamos la lucha.    He recibido correo electrónico de una señora. Algo contrariado no dejo de sorprenderme.  Querido JaviJerryLee o como quieras hacerte llamar. Sigo con atención tu página y, quisiera darte a conocer otro enfoque.  Me llamo Esperanza y hace un par de días cumplí años, 94 para ser más precisa. Como bien puedes saber, he pasado por diversos acontecimientos en España. He vivido el hambre y la caridad. Pude cursar estudios, gracias a mis padres. Tenían un comercio que alimentaba al pueblo cuando no gozábamos del desarrollo de hoy día. Lo más grave, espero no se repita consecuencia de una guerra. Magisterio terminé y tuve la suerte de ejercer. A pesar de que no éramos muy bien remunerados

Coronavirus día 63 de la decisión

Coronavirus día 63 De la decisión  Ora ya la mañana en el despertar de un mayo anodino. Ora ya la hora del pulso encendido. Ora ya la decisión. Sin apercibir el pensamiento, en su silencio ora la necesaria firmeza para elegir a cada instante. Como todos.  Se dispuso a fregar con instinto asesino, un hombre de calmoso pulso. La decisión que debía tomar era la causante de sus nervios. Algo le decía que no era fácil y cualquier opinión al respecto iba a fracasar. Nada le haría convencer. Estaba condenado. Su deriva traería consecuencias.  Los niños jugaban en el jardín, bajo la atenta mirada del anciano. Para él, después de su crisis emocional, sus nietos le habían dado vida. Cuando eran mas pequeños, todos los días los llevaba y recogía del colegio. Se quedaba contando historias y jugando, mientras sus padres salían a divertirse o crecían en sus respectivas carreras profesionales. No debía olvidar que comenzaron en un pequeño apartamento. Cuando el abuelo se

Coronavirus día 34 Sara y el virus

Coronavirus. Día 34 “Sara y el virus” Como os dije ayer, un proyecto pretendía de nuestra colaboración. Presto confirmé la prestancia de mi intento. Sobre todo por la amistad que nos une. También como solvencia del Peter Pan que llevó dentro. Y que mi hija sea protagonista de unas aventuras pergueñadas por su padre y legado de la memoria. A la vez que impulsor de ciertos valores.  *el enlace  https://youtu.be/R9Nd0ME1r0Q os lleva al cuento oral. Posiblemente os guste más. Mis próximas colaboraciones en forma de cuentos podrán verse en  https://comunicabienestar.wordpress.com El cuento dice así.  La pequeña Sara en un día lluvioso miro por la ventana. Los cristales reflejaban tristeza. Y el ambiente era oscuro.  Al día siguiente la lluvia dejó las calles. Sara volvió a asomarse a la ventana. Con la cara expresó gestos claros. Un primero de asombro y sorpresa. Otro de duda. Acudió a su padre y le preguntó: Papá, papá. ¿Por qué el día es triste y oscuro si la lluvia