Ir al contenido principal

"Oiga usted, viaje en metro. Toda una experiencia"

Basado en un hecho real, tal que un siete de Julio. 

Ola de calor entre las noticias del diario hablado. Convergencia de sensación en los grados derretidos de la ciudad. Después de un día de labor y la tarde abatida, la querencia solicita inquiría la llamada del hogar. El camino que posibilitaba el tránsito era el subsuelo con su halo de misterio y rapidez. Ya que las calles chorreaban asfalto y la ausencia de los servicios de autobuses urbanos era imperativo. La posibilidad del interior del túnel era escape temporal para llegar a casa de una pronta realidad. El récord histórico de la temperatura mas alta era título al que llegó el día anterior desde los felices años veinte. Irremediablemente era la solución.

En virtud Julio ya era motivo vacacional y la pereza del letargo, la caída del párpado del sol y la luna echando sonrisa de verano, el suburbano seria calma y ausencia. Serena amortiguación bajo el rumor del aire acondicionado, lectura veraniega en los asientos mientras el traqueteo moderno llegase a destino. Pero la esencia fue otra. Nada hacia presentir la experiencia del metro, ese que dicen que vuela. 

La jornada era madrinazgo de espera. Ocho minutos en Islas Filipinas. Justa medida para hacer balance diario y relajación mental. El remedio no podía ser peor que la enfermedad. Ya en Avenida de América el intercambio de líneas para hartarme de personas en las escaleras mecánicas y  pisar las huellas andadas por los transeúntes y sus dilemas. Quimeras de tiempo, aceleraciones de impulsos. Doce minutos de espera la condena para los humildes. Encausados los minutos agotados los rostros. El anden recogida de nombres desechos por la caló de la costumbre. La cotidianidad recogida en el caminar de los que vuelven. Su espera apretada en los lazos de su pensamiento. Con los ojos turbios y el mentón empequeñecido las puertas abrieron su escepticismo y los hombres fueron arcadas en el reproche de los viajeros que venían ya desde estaciones anteriores. Empequeñecidas las hechuras de nuestras intenciones. Recortado el círculo de confort, desnudos de toda intimidad. Enlatados en el sentir mismo de la falta de espacio. El calor arremetiendo contra nuestra paciencia. El sudor enquistando nuestros cuerpos. Arrebatándonos la autonomía de nuestros actos. Brindando la posibilidad del desmayo.  La paciencia impacienta sus resultados. El metro de Madrid recordaba los trenes fantasmas del exterminio. Los usuarios con cara de sorpresa y miedo nos mirábamos mientras nuestros cuerpos se fundían en la historia del pueblo y sus problemas. Y la gente seguía entrando con la desesperación arropando sus ojos, los labios hendidos en ínfulas de utopía. Los vagones atestados y los testigos de sus enredos las cámaras silenciosas. Los cómplices de un terror no visible. Callado el despropósito hasta que la posibilidad de un funesto noticiero pudiera desenmascarar la torpeza del suceso. Hasta que el personal del Samur tuviera que asistir a cualquier desprotegidos de los usuarios. La línea gris era una autopista hacia el infierno. Ya que no podía ser esta vez Esperanza, odiaba las esperas y su humildad desapareció a medida que su experiencia en el poder crecía. Ni Gallardòn más dado al interés y a las obras. Esta vez todos buscábamos a Carmena, ella si que iba en metro. Había que felicitarla y darla ánimos. Pero, ¿a qué hora saldría de su trabajo para no enterarse del colapso?   
O será que sigue en su despacho preparando el porvenir de los madrileños. Eso si, ya tiene nuevo eslogan para una campaña publicitaria en favor del transporte público. El metro ya no vuela. "El metro es una experiencia, venga con nosotros si el confort y la opulencia no le llenan".  


JaviJerryLee®2015. Siete de julio. 


Comentarios

  1. Señor JerryLee, hay que ser muy grande para hacer poesía de una experiencia tan desagradable como la que nos cuenta. Espero que sus compañeros de viaje de aquel día descubran esta lectura y al menos se consuelen pensando que tan mal rato sirvió para algo hermoso.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Coronavirus día 24 Esperanza la de la residencia

Coronavirus día 24 De la tristeza a la alegría solo hay un paso. En este vaivén circular solo hay que tener paciencia. El animo es inquieto y las noticias positivas siempre son consideradas. Descenso de muertes, ingresos en UCi y aumento de altas hospitalarias. Continuamos la lucha.    He recibido correo electrónico de una señora. Algo contrariado no dejo de sorprenderme.  Querido JaviJerryLee o como quieras hacerte llamar. Sigo con atención tu página y, quisiera darte a conocer otro enfoque.  Me llamo Esperanza y hace un par de días cumplí años, 94 para ser más precisa. Como bien puedes saber, he pasado por diversos acontecimientos en España. He vivido el hambre y la caridad. Pude cursar estudios, gracias a mis padres. Tenían un comercio que alimentaba al pueblo cuando no gozábamos del desarrollo de hoy día. Lo más grave, espero no se repita consecuencia de una guerra. Magisterio terminé y tuve la suerte de ejercer. A pesar de que no éramos muy bien remunerados

Coronavirus día 63 de la decisión

Coronavirus día 63 De la decisión  Ora ya la mañana en el despertar de un mayo anodino. Ora ya la hora del pulso encendido. Ora ya la decisión. Sin apercibir el pensamiento, en su silencio ora la necesaria firmeza para elegir a cada instante. Como todos.  Se dispuso a fregar con instinto asesino, un hombre de calmoso pulso. La decisión que debía tomar era la causante de sus nervios. Algo le decía que no era fácil y cualquier opinión al respecto iba a fracasar. Nada le haría convencer. Estaba condenado. Su deriva traería consecuencias.  Los niños jugaban en el jardín, bajo la atenta mirada del anciano. Para él, después de su crisis emocional, sus nietos le habían dado vida. Cuando eran mas pequeños, todos los días los llevaba y recogía del colegio. Se quedaba contando historias y jugando, mientras sus padres salían a divertirse o crecían en sus respectivas carreras profesionales. No debía olvidar que comenzaron en un pequeño apartamento. Cuando el abuelo se

Coronavirus día 34 Sara y el virus

Coronavirus. Día 34 “Sara y el virus” Como os dije ayer, un proyecto pretendía de nuestra colaboración. Presto confirmé la prestancia de mi intento. Sobre todo por la amistad que nos une. También como solvencia del Peter Pan que llevó dentro. Y que mi hija sea protagonista de unas aventuras pergueñadas por su padre y legado de la memoria. A la vez que impulsor de ciertos valores.  *el enlace  https://youtu.be/R9Nd0ME1r0Q os lleva al cuento oral. Posiblemente os guste más. Mis próximas colaboraciones en forma de cuentos podrán verse en  https://comunicabienestar.wordpress.com El cuento dice así.  La pequeña Sara en un día lluvioso miro por la ventana. Los cristales reflejaban tristeza. Y el ambiente era oscuro.  Al día siguiente la lluvia dejó las calles. Sara volvió a asomarse a la ventana. Con la cara expresó gestos claros. Un primero de asombro y sorpresa. Otro de duda. Acudió a su padre y le preguntó: Papá, papá. ¿Por qué el día es triste y oscuro si la lluvia