Chris Isaak como en las noches de San Francisco y un Whiskey en mano, todavía me hacen conservar cierto encanto y quizás algo del sex-appeal, del que un día guste. Llamemos, ciertamente, el miedo a la palabra feo. Sea el que nos arrojen entelequias para disfrazar nuestra pose en alguna noche o día acertado por la suerte del albur o la luna cautiva. Como las ideas que sopesan los instantes y, a veces nos ciernen en un por favor inspirado.
Real como que, en el algún lugar de esta noche estrellada alguien está llorando. No me refiero al adolescente despechado ni al que perdido la valía de su figura materna o paterna en un revés del destino. Simplemente, en las jugadas mal ensayadas de la diatriba diaria. En los impunes que ensucian la carrera laboral del borrego encerrado en un vagón.
Septiembre llega con el fresco sentimiento de que nada será como antes, una nueva temporada empieza, el hielo se derrite como los sueños que se diluyen. No quisiera maldecir un mañana pero las ruedas del coche pincharon. Mañana tendré que subir al autobús de los inertes de pensamiento. De los causantes de la ruina diaria. Acopio de expresiones mal sonantes y de desplantes hacia la virtud de la dignidad. Nadie que no esté enamorado debería subir. Es la única manera de soportar el holocausto del tiempo. La empresa fagocitará tus minutos y si es preciso tu alma. No lo pienses, no pienses te dirán. Si, es una mala noticia. Una mala determinación.
Ella espera dormida, en el cuarto de sus encuentros, en la continuidad de su amor. En el silencio de sus suspiros, en la calma de sus abrazos. Ella,ahora duerme, mientras alguien llora en la ciudad.
Nadie espera nada ya. Porque el autobús paso y los vagabundos se parapetaron tras sus cartones. Alguien enciende una vela y reza. Las promesas del ayer quieren cumplirse. Mañana será otro día. Septiembre dejará estar a la presencia del otoño para tamizar las ilusiones, con esencias de hojas y crujir de vivencias cotidianas.
Y, aunque a veces seamos como Chris, una lagrima nos bañe el lacrimal y los poros gusten de cadencias sencillas, la vida proverbial nos enseña que vamos cambiando y a veces la apatía es respuesta y el cansancio defensa. Por eso el señor Isaak es buena compañía.
Retazo de libertad 6 septiembre.
Tras unos días de vacaciones en los que he estado prácticamente ausente de la Red, me encuentro nuevas entradas en tu página y, además, un novedoso diseño. ¡Felicidades!
ResponderEliminarComienza ya un nuevo curso y yo lo hago con la ilusión de leerte todas las semanas. ¡Suerte y, cómo no, gracias por tus textos!