Mediante una manganeta despreciable, los bulos de tinta acrecentaban el miedo para que la intranquilidad y la ofuscación fuesen moneda corriente de nuestros días. Sirviéndose del temblor del pasado y del valor equivocado, con meticuloso y potente argumento de voz fuerte, gesto adusto y decidido adularon al Dios preconcebido. Ante mohíno discurso el capataz del látigo, generaba animadversión y enfrentamiento, adulando al corazón y obviando a la razón. Con las cuentas pendientes vueltas a derivar en el interés del adulador de lo extremo. Así el miedo se generalizo, siendo zafarrancho de huida y plática constante del ágora cotidiano. Sirviendo el blues como bálsamo a la barbarie de la derrota y placebo al acoso diario y virulento de los seguidores de la verdad absoluta. Ni discurso ni moral, verbigracia de la eutanasia con llanto económico por no saber donde esconder su hipocresía. Cuando en la oscuridad y en el secreto de sus problemas, se sirvieron de lo denostado, haciéndonos creer en la moral de doble rasero. Una para los liberales de gesto altivo y otras para el resto de los escribientes de diario mirar. Evitando la nadería de su creencia, no habría más remedo y remedio que, najarse.
Así, con el fantasma de JJ Cale recorriendo mi pensamiento y dictando al oído alguna de las palabras disueltas en el pensamiento me despido como niebla que corretea en el firmamento de nuestro presente.
Señor Jerry Lee, qué gran verdad esa de que el "blues" sirve como bálsamo a la barbarie de la derrota.
ResponderEliminarEnhorabuena por su artículo. ¡Le echaba de menos!