Coronavirus 14
Decae el espíritu a fuerza de los malos golpes del destino. Que el tronco que sustenta tu vida no sea partido por la violenta sacudida del huracán. Que el descrédito de tu fe no sea arrojado al corazón de la desesperanza. Pero se hace difícil cuando la adversidad te ha tocado directamente.
Como es costumbre, en la mañana temprano me pongo a escribir estas líneas , una vez reposado el día anterior. Como terapia ante los sucesos. Como compañía ante los silencios. Hoy su efecto placebo se ha diluido. Sirve de poco cuando tú círculo ha sido contaminado. Así, le ha pasado a una querida allegada, de la que no daré más datos personales, ha perdido dos familiares. El peor de los reveses en este infierno. Atacada directamente sobre dos seres queridos. Y un tercero en el hospital. Es una noticia tan sobrecogedora que, no hay palabras de consuelo. Quizás sea por eso que, hoy me he levantado más temprano de lo normal, habiendo suprimido las siestas de nuestra cotidianidad. No quiero imaginar cómo estará ella, desolada en este mar de incomprensión e impotencia.
En esta lucha sin cuartel debemos ser más precavidos si cabe, cuando el bicho entra en casa. Debemos aislarnos todavía más del aislamiento. Porque el virus no perdona el cariño ni el amor. No perdona al que convive y cuida. Al menor desliz ataca a la persona que quieres.
Este extraño confinamiento de lucha y pico. Cada vez que pasan los días, los altibajos comienzan a aparecer en los estados de ánimos. La paciencia se hace cada vez más necesaria y la unión del núcleo familiar mayor.
Este virus no atiende a razones ni a condiciones. No perdona ni a buenos ni malos. No discrimina a rojos ni a fachas. No divide ni a ricos ni a pobres. Sanciona a mujeres y hombres. Castiga sobremanera a los hacedores de la experiencia, los generosos de la sociedad y a los arrumbados por ella. Este virus nos tiene que hacer cambiar la manera de interrelacionarnos y de respetar al mundo.
Porque este virus, cuando nos deje, va a marcar mayores distancias entre los estamentos sociales. El pobre será más pobre y el rico más rico, si nadie lo remedia. Esperamos que los bancos que fueron rescatados por todos los que sufrimos este embate, den un giro y cambien. Aunque por lo que veo, siguen cobrando las comisiones pertinentes. No dan tregua ni descanso. Hay gente que, necesita una tregua para seguir viviendo dignamente. Recuerdo varias amistades, ahora sin trabajo, con dificultad para llegar a fin de mes y sin saber que va a pasar con el alquiler. Ya no es un confinamiento de cuarenta metros cuadrados, en un bajo interior o en una córrala de calefacción prohibitiva. Es un confinamiento de ansiedad y desesperación. Y además con hijos que sustentar. Es otro de los efectos colaterales del virus. Espero con ello, el gobierno mire hacia este colectivo y demuestre la preocupación social por la que vinieron y convencieron a muchos de los electores que, se agarraron a otra tabla de salvación. Porque la que conocían ya les dejo tocados. Evitemos que se hundan.
Sigan resistiendo, por favor. Sigan bien. A pesar de los embistes y cornadas. Nuestro aullido poderoso debe resistir unidos.
Día 14 26 de marzo de 2020
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Kerouac97@hotmail.com
Valla lo siento¡¡Pero como dices aquí no hay ni bueno ni malo.al que le toca le toca¡¡ y sólo pedir que esto pase pronto parece dé película ¡¡¡saludos
ResponderEliminarSiento profundamente las pérdidas sufridas por su amiga, señor Jerry Lee, que la amistad también hacen suyas.
ResponderEliminarPor otra parte, confiemos en que estas semanas extrañas de aislamiento, temor y pérdida nos cambien a mejor.
Cuídese y gracias por el oasis diario de sus textos.