Coronavirus día 32.
De la certeza de la edad de oro del pop español
Anoche batalla de agua en baño de crio y esponja armados, mi oído salió mal parado, en quinta del sordo me hallé. Y cierta irascibilidad de nuevo encontré. El agua cae sobre Madrid también y los ánimos se dispersan por los barrios al arbitrio del sufridor que como puede, lo va llevando.
Caímos rendidos ayer. Agotados. La presión de la espera, sumado a las tareas diarias. Seguimos amparados en el don de la paciencia y evitar desesperación.
Avituallamiento necesario de compra quincenal. Mar, como siempre llevo la mercancía a su suegra. Después, descarga y orden en casa. Suerte es llevarse bien con nuestros mayores. Nuestra relación con nuestras respectivas suegras es buena y de confianza. Es un problema que muchos tienen y es fuente de Crisis. La templanza de la relación es vital para vivificar la fe de nuestras madres. Ritos de limpieza y orden. Nuevos terrenos a explorar y perspectivas desconocidas para colocar y tirar ciertos enseres de uso desconocido y obsoleto. Ciertos automatismos cíclicos se van dando. Cuestión de ritual. Aunque los momentos ociosos van siendo escasos. Crianza infantil y perra ocupan el tiempo más de lo que pudieras creer. En esta fábula distópica de increíble realidad, la certeza sicológica es prueba constante de la capacidad humana. Como tal ciertas evidencias nos muestra.
Esta mañana he empuñado la mopa y aplicando mayor fuerza de la habitual he aplacado la ira de mi pensamiento. Embarcado en la cuita sicológica he repasado la vivencia del presente presentido. En estas conclusiones la mopa me sirvió de diván, en un gabinete simulado en el suelo de mi salón. Aplicando la gravedad de la situación comprobamos realmente a quien importamos y a quien dejamos de importar. Aunque a estas alturas y con el vértigo que nos asiste, nada nuevo bajo el sol. Respecto a la amistad sigo contando con los que sabía, al igual que con la familia. Pocas novedades respecto a este tema el virus me ha dado. Sorpresas positivas pocas. Evidencias que se han confirmado una. Es ese gesto continuo el que me ha irritado porque hace tiempo descubrí que los hijos duelen. Mucho. Y ahora más. Además aunque uno ya por edad y por la vida este domesticado, hay cosas por las que uno no debe pasar. Sobre todo cuando alguien dio su palabra sobre su cuidado. Lleva casi los dos años de Sara en ausencia evidente y constante desapego. Antes, que no tuviera atención sobre mi persona o sobre mi mujer me podría traer al pairo, era cuestión baladí. Pero fue advertida la causa y con frase lapidaria contestó a la solvencia del enfrentamiento. Perplejo quedé hace semanas ante la queja de mi voz. La frase famosa: “ahora es centro de atención, en un futuro cuando me necesite allí estaré, parece mentira que no me conozcáis”. Pues la frase en agua de borrajas quedó, tiempo necesario de afectos y Sara desasistida del cariño del compromiso otorgado. Sobre todo en estos tiempos de vídeo conferencias en el que un simple como estas, es tabla de salvación y necesaria presencia para anudar los lazos que el destino otorgó. Es bueno saber de su actuación ya que los demás no obramos de igual manera. Pero Sara, no echará en falta el cariño no entregado. No generará afecto en el amor no correspondido. No necesito perdonar sobre el que no quiere saber y, la arrogancia de sus actos es desaire sobre mi infante dama. No acudiré, prestó de nuevo, a la ayuda que pueda solicitar como antaño.
Evitando el enfado acrecentado y la inopinada situación para no enfermar la mente con tamaña incomprensión, así la mano de mi hija y con Donna nos fuimos al salón de baile. Pedimos unas birras y un zumo de naranja y acudimos en pos de la locura. De la tertulia con el lugareño y de la hora disipada. Nunca he tenido mejor terapia que la música compartida en los bares elegidos. Y con la música de tiempos inmemoriales en que lo auténtico se valoraba y el aprendizaje era union de imberbes ilusos.
Como pandilleros pero a tu lado como un hombre lobo en Paris al recuerdo de Sildavia o Maracaibo con cien gaviotas avistadas en algún lugar nos enganchamos a una señal de bus para que el sabor de amor no fuera naturaleza muerta. Vuelve el amor en una décima de Segundo no pretendas déjame retorciendo palabras mientras marta tiene un marcapasos y no es criticar por criticar cuando es por ti cuéntame un cuento como si fuera 20 de abril. Es por ti chiquilla que digo Salta y las promesas que no valen nada en la taberna de Buda amiga mía como hemos cambiado y esas amenazas no son un error de apreciación mi pequeño tesoro es magia en tus ojos viviendo en la era pop al calor del amor en un bar.
Disfruten pues de la vida y el aullido unido que nos haga olvidar el mal fario del destino.
Día 32 14 de abril de 2020
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La música, señor Jerry Lee, siempre es una fuente de sosiego y felicidad. ¡No dejemos nunca de escucharla... y de disfrutarla!
ResponderEliminarGracias, un día más, por estos minutos de también disfrute que nos proporciona su lectura.
Cuídese, no pierda la esperanza... y siga aullando.
ay, ese ahi que además de estar sin tilde no es un adverbio de lugar sino que lo usas como verbo hay: recuerda las clases del colegio donde ponían en la pizarra "Ahí hay un hombre que dijo ¡ay!"
ResponderEliminary lo de la mopa o el mocho, recuerda que todas las mujeres lo hemos cogido casi todos los días y que hubiéramos preferido dejarlo y ocuparnos de otras cuestiones más trascendentales aunque ahora sea también una ocupación de trascendental importancia