Coronavirus día 37
Descansa en Paz
Ya se hizo eco el desgaste de tu vida. Yace tu espera y la cita cumple su propósito. Paz al menos, me dijeron. Consuelo dentro de la adversidad. Un interrogante febril me espera. En estos inciertos quehaceres afrontar los trámites no será tarea fácil me temo. La tristeza que queda es tu solitario acompañamiento. Nadie cercano que pueda asir tú mano y consolar tu despedida. Aunque dormida me dijeron estabas. Solo falta confirmar lo que tememos.
Con el paso de los años y las enfermedades apaciguaste tu carácter y fuiste dando por válido tu estado. Pero fuiste mujer de temperamento y exigencia. Aunque tú corazón fue generoso. No tanto las personas con las que topaste. Por desgracia del destino pienso no pudiste tener hijos y eso te marco. Aunque yo fuera tu ahijado, creo no te consoló demasiado. Unido a la muerte temprana de tu marido, afilaste el carácter que te marco desde la lejana juventud que abandonaste el pueblo y a la capital te mandaron tus padres. Apostaron por ti en una educación y porvenir que no pudieron dar a todos sus hijos. La apuesta salió bien, te convertiste en mujer de provecho: licenciada, hacendosa, educada, culta, trabajadora y de modales provechosos. Virtuosa para los tiempos que viviste, ya que trabajaste primero como maestra y luego como funcionaria del estado para el extinto Inem. En aquellos años era difícil encontrar un matrimonio en el que trabajaran los dos.
Ese nivel de exigencia y responsabilidad lo trasladaste a tu entorno. Con el tiempo servirían de algo. Al menos el amor a los libros y a la cultura pudo se contagiase entre mis padres y vosotros. Aunque los criterios y las elecciones se fueran diferenciando con el paso de los años. Nunca me contagie de tu letra y orden en los cuadernos, me ayudabas con el Inglés o la Historia cuando era un pequeño proyecto de no sabemos qué. Quizás mi letra y desorden de estructura venga de un acto de rebeldía por aquellos tiempos. Erais duras mi madre y tú por el bien de mi educación. Con los años me alegre aunque con alguna tara salí.
Después nuestra relación se enfrió por defender un territorio del que quisieron aprovecharse. Tu hermano el pequeño te cegó con lágrimas de cocodrilo y quiso disponer de lo que no era suyo. Bien que lo logró durante un tiempo bastante amplio e innecesario.
Con la enfermedad de otro de tus hermanos nuestros caminos se volvieron a unir para ya no separarnos. En este viaje pude contemplar tu carácter difícil pero, fácil de llevar si dabas con la tecla. Nuestras discusiones políticas un tanto apasionadas o nuestras conversaciones en otros temas posibilitaban un entendimiento de tu razonar vital. A muchos quisiste ayudar, tanto en propia familia como en la de tu marido. Pero el pago que te daban no era el justo ni el agradecido. Yo recuerdo dos detalles respecto a mi que siempre agradecí. Uno de ellos fue a la muerte de mi abuelo. No dudaste en regalarme una enciclopedia universal en reconocimiento y recuerdo al amor que nos teníamos abuelo y nieto. Fue un orgullo para mi el hecho de recibir ese regalo en esa época. Después tu colaboración para poder irme a Segovia a estudiar mis primeros años de derecho, ayudándome con parte del gasto del transporte. Eso no se debe olvidar.
Por eso, no entendí muy bien el pago que te hicieron a los que mucho ayudaste por muy complicado que fuera tu carácter. Pagaste la carrera a quien te pareció , alojaste a varias personas en tu casa, diste dinero prestado sin intención de regresar, donaste dinero a alguna de tus hermanas y hermanos que nunca te veían ni se preocupaban, mal vendiste fincas e inmuebles para beneficiar a familiares y otras acciones que, demostraban la calidez de tu corazón.
Desgraciadamente, pude asistir a alguno de los episodios que te minaban. Como tuvimos que revocar un poder general a una de tus sobrinas, la hija de tu hermano pequeño, porque cogía dinero sin consultar de tus cuentas. Pero doce mil euros fueron el detonante de la culpabilidad y la desfachatez de alguien que le había entregado su confianza. Eso te hizo quitar la venda hacia ese sector que con tanta lisonja te había encantado. Por mi parte como nada esperaba, todo lo que me ibas a dejar lo mal vendiste o anulaste las cuentas porque te habías hecho otras cuitas y te apoyé. O incluso hiciste una casa en el pueblo para un sobrino que nunca se preocupó de ti, defendiendo una herencia que tú hermano pequeño también quiso quedarse y, no lo permitimos. Siempre te dije que intentaras gastarlo en vida o en salud porque no había necesidad de saciar al que no lo merecía. Y los bajones se hacían más evidentes.
Pero ya los últimos años tuve que contratar chicas que te ayudarán en casa. Pasaron muchas, varias no aguantaron el nivel. Otras chocaron con tu ímpetu. El trasiego de personas para que se adaptaran, tanto tu como ellas, fue importante. Creo no halle ninguna que cuadrara hasta tu paso por la residencia. Allí ya conseguí que tres de ellas fueran constantes y cierto cariño fue plausible.
En estos años últimos, de visitas escasas por personas que ayudaste y no te visitaron. La pereza y el ritmo capital seguro su impedimento. Al menos mi persona te atendió de la mejor manera que pudo. Tu hermana Puri estuvo presente. Tu cuñado Domi colaboró desde siempre también. Tu hermana Chelo y tus cuñados Jesus y Julio cuando buenamente pudieron por circunstancias personales. Con eso me quedo. El resto sus conciencias les dirán si obraron como tenían que actuar. Aunque luego intentarán reclamar lo que puedan por derecho, independientemente de la ética que pueda haberse mostrado. Y con estas la vida me sigue demostrando injusticias varias.
Descansa en Paz. Que la tranquilidad y buena paciente que has demostrado estos últimos años, te ayuden en el tránsito. Dejas con pena seguro a la que fue tu familia en la residencia. Las cuidadoras, doctoras, gobernantas, equipo directivo y otros que te conocieron. Agradezco el cariño que te dieron y el que diste a ciertas personas allí. Eras parte de ese mundo y te conocían bien. Sabían tu nombre y apellidos. De dónde venías. Y quien eras. Por eso. Puedes irte tranquila ya que diste amor y varias personas llorarán tu ausencia.
Ahora, no tienes que preocuparte de nadie. Descansa tranquila. Cose a padre los pantalones que tenías pendiente. Y de los papeles que, siempre te traían de cabeza, organizando, ordenándolos y poniendo cierto sentido a las carpetas, trataré de hacerlo de la mejor manera posible cumpliendo con tu voluntad. En este cúmulo de llamadas y tramites en la distancia trataré de darte el mejor de los consuelos en el fárrago burocrático al que me tengo que enfrentar y preventivamente a la dureza de hacerlo solo.
El aullido silencioso ahora mantendrá tu recuerdo.
Día 37 19 de abril de 2020
Siento mucho, señor Jerry Lee, que tenga que dedicar su artículo a esta despedida.
ResponderEliminarSé que sirve de poco, pero no tenga duda de que es el más bonito homenaje que le ha podido hacer.
Cuídese. Un abrazo grande.
Lo siento. Un abrazo.
ResponderEliminarLo siento mucho, compañero. DEP
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