Coronavirus día 58
De Mikel Erentxun
En este trasunto de vida, con las alas rotas y en suspenso hay una repentina aquiescencia hacia el insulto y las malas formas. En esa ecuación donde la memoria pierde su sentido, el instinto salvaje y depredador es vileza de la razón. Por eso, ya simplemente niego su realidad y opaco su fraseo ensordecedor. Uno peina canas en barba y ausenta de pelos su cabeza. Es mejor remedio para la edad que me asiste, el remedo ausente de su visión redil de tedio y mal humor.
Como la salud es lo que importa sigo pausando compañías que aquieten mi calma. Desde entonces, mejoré con los problemas del insomnio. Pero no seré ingenuo al pensar que el motivo sea solo ese, aunque ayude. Un relajo de los problemas cotidianos y las preocupaciones urgentes, asimilando la organización y el cotidiano trabajo hogareño. Esperando que nuevos temas próximos rellenen agenda e inquietud. Disipo hasta ese momento el intento del nerviosismo. Al menos trato.
En este acontecer derivado de un menor ejercicio creo tener un papiloma interno en la planta del pie. Con la represalia de su molestia y la inquietud del que será, será. Trato de normalizar en lo posible la situación. Aprovecho el paseo sin abusar ya que, podría apuntarme a varios por diferentes excusas. Procuramos visitar el parque (de los permitidos por el ayuntamiento) al lado de mi casa, una vez al día, en horas sin propósito de saludos. De ausencia de nombres y cuerpos. Haciendo de Sara trote y cansancio presto que ayude en su hora intempestiva a dormitar su pureza e inocencia.
Una vez acostadas las féminas del hogar. Antes de hacer copia del sueño y con el relato virginal de la encantada sorpresa del espacio verde, en busca de la soledad encausada y enlatada en las horas agradecidas refugio de nuestra compañía.
Me dispongo ahora que el ruido de los sables diarios he acallado a disfrutar de la madrugada sin la molestia de ninguna alma errante. Sin el rencor de las palabras, sin el Apocalipsis de los agoreros, sin el miedo enajenado en causa de futuro. Para mí dispongo el tiempo dispuesto, con un bourbom en mano para pensar y hoy dejarme acompañar del gran Mikel Erentxun. Ventajas de la red, asistí para mi solitaria presencia a un concierto que realizó el pasado viernes en un teatro de Bilbao. Una actuación remunerada, primer envite de superviviente. Circunstancias especiales y motivos solventes para abrazar a los presentidos en su escucha. Se presentó con la humildad del sabio. A pesar de los pantalones vaqueros, la camisa lisa, zapatillas de deporte y chaqueta americana, su porte valiente y desnudó era celebración de música y profesión. Ante la adversidad de los momentos y el arriesgado cruce del encuentro, con el peligro acechando en las críticas miradas, la solvencia del acústico y su formato aupó como gran artista a una persona que honra su labor.
A cada cierre de corte, la palabra gracias era en seguida puesta en escena. Se enfrentó al silencio de la audiencia y los aplausos, a la ceguera y sequedad de un patio de butacas con la gratitud de un hombre bala a golpe de corazón. Evitando que el hombre sin sombra pudiera ensombrecer su actuación y con las alas crecidas en sus cicatrices nos hiciese otra vez disfrutar de su arte. Las canciones básicas por su hechura sin el ropaje de unos músicos y sin el punto de vista de los arreglos para una banda y su directo.
Siendo un concierto emotivo por lo especial de las vivencias. El momento de que lo sencillo es grande, menos es más. Sobrellevando otros cauces de generosidad podamos avanzar hacía un futuro mejor del mundo de la cultura, por muchos denostado y por muchas traicionado. Demostrando en estos actos quién es el maestro y quiénes unos advenedizos que solo son movidos por la industria como maniquís o marionetas de guiñol.
Una vez disfrutando el concierto aproveche unos minutos en unos poemas que quiero trabajar. Haciendo como siempre de la noche mi mejor amiga. Recordando los pretéritos tiempos de flexo y estudio. Silenciando los ruidosos oprobios de los que siempre medran y enredan.
El aullido dispuesto en la noche mitiga la duda en la voz de la aurora y su luna.
Día 58 10 de mayo de 2020
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Kerouac97@hotmail.com

Qué pena no haber sabido de ese concierto, señor Jerry Lee, pero me alegra que usted pudiera disfrutarlo y nos lo relate con esa belleza de sus palabras.
ResponderEliminarSiga disfrutando de la (buena) música y de su capacidad sanadora.
Gracias.