Coronavirus día 73
De anhelo
Todos quieren vender las virtudes del crecepelo. Mientras se me van de la cabeza con la insistencia de la idea que se disipa. En esa extraña fragilidad alguno me mira mal. Entre el arresto domiciliario y las facturas sin pagar, cojo el equipaje y escapo de la rutina del día. Nos quieren vender. Pero aburridos son, porque son rutinas de la edad de la que no pueden escapar.
En este atropello diario, muchos han tenido tiempo para la reflexión. Otros han ojeado la vida con la indiferencia del que todo lo tiene. Pero en esos arrestos de mirarse al ombligo, muchos hemos visto nuestras taras y defectos. Quizás ha sido Bueno cerciorarnos de nuestra humanidad y en este análisis solventar la mano del futuro tahúr. Solamente con la ventura de analizar nuestro ego, es suficiente valentía para solventar muchos de los problemas que nos afectarán. Cierto es que cadenas y deudas arrostren cierta Libertad pero, las armas serán distintas. Al igual que la palabra y la paciencia.
Hablando de tiempo, debo pedir disculpas. En este intercambio de fases tengo algo abandonados a mis buenos lectores. Tengo que encontrar momento para contestar vuestros comentarios y mensajes. No quiero que cierta pasividad pueda demorar y que menosprecio pueda parecer que mora. Nada más lejos de mi intención. Valgan mis disculpas. Pero una moza me tiene sorbido el temperamento y mis impulsos. Me encadena a sus deseos y en compás de movimiento nos deslizamos entre juegos y bailes. Persigo su sombra y me hace deudor de sus desvelos. La persigo, desnuda por los pasillos de la alegría. Acreedor de su tiempo y proveedor de su compañía. Devora mis intenciones y cansa mis fuerzas. Derrota los suspiros y el aliento agota hasta que rinde noche. Y son 23 meses, solo de edad cumplimentada. Cuando sea mayor el torbellino de sus años, más huesudo seré. Y quizás menos paciente y más gruñón. O por contra, menos enérgico y comprensivo. Solo la satisfacción de su compañía y de nuestros juegos, charlas y demás cabriolas demuestran el sesgo vital del disfrute mutuo.
Por esta causa de disfrute me gustaría saber que es lo que van a hacer cuando demos concluida la batalla. Que es lo que anhelan de una manera sentimental. Que es lo primero que quieren hacer. Quizás lo más sencillo es lo que más valor tenga ahora. Y un pronto abrazo sea consuelo de nuestro deseo. Espero su anhelo.
Me despido con un aullido desfasado por el tiempo y por su respuesta vaga pero con enérgico pronto de verbo cumplido en matinal futuro.
Día 73. 25 de mayo de 2020
Señor Jerry Lee, no se preocupe por atender los comentarios de sus artículos, al menos los de este lector. Prefiero que siga dedicando su tiempo a su pequeña gran dama, porque esa es la mejor inversión que puede hacer.
ResponderEliminarEn cuanto a lo que yo haré cuando la batalla termine, ay, aún es un sueño de lejana realidad, pero desearía poder quedar con amigos, tomar algo en un bar entre gente, historias y abrazos y, después, disfrutar, todos juntos, de un concierto de buen rock. Espero que se apunte a mi plan.
Hasta entonces, cuídese, disfrute de la vida y reciba un día más mi agradecimiento por su compañía a través de sus artículos. ¡Gracias!