Hora de cierre. De despedida, con pañuelos blancos de esperanza. De pechos desnudos despojando la piel del corazón. Y en un baile de templado acorde, en el abrazo constante de una espera, aseamos la vida a través de las manos y con mascarilla puesta nos acostumbramos a la respiración de nuestra conciencia. Con el deseo de buena querencia y la pose de humana sencillez. Del agradecimiento cotidiano y de la humildad que nos debe contemplar, debido a nuestra demostrada vulnerabilidad. El que quiera aprender siga aprendiendo con la vida. El que todo lo sabe, la arrogancia y el orgullo, la prepotencia y altanería será su flaco favor.
En circunstancia tal, me despido paladeando un Rioja, cocinando un conejo asado con verduras, demostrando que los minutos en los fogones no han caído en vano. Aprovechando las horas de nuestro confín.
Valorando la valentía de mostrarme desnudo ante mis lectores. Desvistiéndome, para mostrar mis miedos, y asir los cambios sicológicos que esta ventura nos mostró. Asistiendo al orgullo del hombre que calzo, descubriendo motivos y acciones que motivan al hombre que soy. Como orgulloso de las vivencias de todos los que han hecho algo por su prójimo, en la medida de sus posibilidades. Allá cada cuál, pero mi alegría tercia al pensar que por diversas historias, el hombre no está perdido. Cierto talante de humanidad quiero conservar. Con ello me alegro de las acciones realizadas por mi persona y, las que cada cual haya podido realizar en beneficio de todos.
Por eso, mi pensamiento deriva por las estivaciones de lo vivido. En esta degustación de momentos, hemos asistido a la confrontación de los Estados de ánimo. De las depresiones y del insomnio, de la exaltación y el respeto. De encuentros puntuales en las redes. De tertulias y confrontaciones. De pérdidas importantes y sentimentales. De vivencias intensas y crudas emociones. De crematorios con el corazón y la incomprensión asistida. De la sutileza y el desliz. De los errores que uno comprende y entona su mea culpa para intentar cambiar. En este baile seguí prefiriendo la humildad y la sencillez.
Hoy he presenciado un accidente. Las calles de mi entorno son tranquilas. El cruce no pudo esquivar. En un segundo la vida cambia y el drama puede acechar. No debemos relajarnos. Un coche embistió en el cruce relajado a otro vehículo que transitaba en el mismo punto de intersección a la misma hora, en los mismos minutos, iguales segundos. Del mismo día tranquilo de un calmo barrio pero el devenir la sorpresa quiso interferir. A uno de los conductores, tuvimos que esperar al Samur para poderlo sacar del habitáculo. La costilla opresora de los pulmones. Quizás alguna rota. En el otro, el agraviado, una embarazada de siete meses con el susto mortal en su cara, un niño de años recientes con la ignorancia de lo acontecido y la incomprensión de sus lágrimas en la cara. El conductor absorbido en la preocupación de la salud de su familia. Un cruce calmo que pudo quebrar cualquier ilusión vital. Por eso, aunque el estado de alarma concluya. Aunque todas las fases pretendidas y la aceleración del presupuesto, no bajen la guardia. Actúen con cierta disciplina, sin olvidar la posibilidad del rebrote. Responsabilícense de sus actos y las acciones que los rodean. Que no volvamos a vivir el miedo de lo vivido. Que posibiliten la querencia y el abrazo. Y amen al prójimo con la desvergüenza del altruista. Sea el encuentro lo más condescendiente posible y la Salud no vuelva a ser vulnerada, aunque la frase que dijo una persona cercana, es que ya son mayores, es lo que les toca, con cierta imagino resignación, porque nunca comprendí dicha afirmación, no vuelva a hacerse real y esa frase nadie vuelva a repetirla.
Valga mi aullido como agradecimiento a mis queridos lectores. Motivo de tregua, de terapia pretendida. Con la consigna dada por los renglones aparecidos. Cribo ciertos sinsabores y materializo lo sanamente vivido. Agradeciendo motivos y vivencias, sensaciones que calman ansiedad y percuten en la psique de mi compañía.
Día 99 20 de junio de 2020
Si consideran este artículo de su interés no duden en compartirlo.
Kerouac97@hotmail.com
Gracias, señor Jerry Lee, por acompañarnos en esta dura etapa.
ResponderEliminarCasi 100 artículos que nos han emocionado, ilusionado, abierto los ojos y, siempre, animado.
Muy agradecido por su compañía, prestada a costa de un tiempo que podría haber dedicado a otros menesteres.
Le deseo lo mejor, pues ganado lo tiene, y nos deseo que siga escribiendo en su página, quizás no con la misma frecuencia, pero sí con el mismo espíritu.
Ah, y si alguna vez decide cambiar de actividad, pruebe con el «modelaje» ;-).
Muchas gracias por hacer mi confinamiento mucho mas agradable. De nuestra responsabilidad depende lo próximo en rebrotar. Aprendamos de lo vivido, aun tropezando dos veces debemos seguir haciéndolo.
ResponderEliminarUn aplauso para nuestros héroes (abuelos, niños y sectores en primera linea de fuego) y un abrazo lleno de vitalidad para todas esas familias incomprendidas por nuestra sociedad y gobernantes, que siguen luchando por dar lo mejor de ellos, aun sabiendo la incertidumbre diaria a la que estamos sometidos.
Otro abrazo,no menos importante, a toda la solidaridad ciudadana, que sin ella no seria posible seguir creyendo en el ser humano.
Suerte en ésta nueva normalidad a todos ustedes y a ti en especial Jerry Lee !!!!