Rebuscó con solemnidad. Repetía los movimientos exactos cada dos o tres meses. Su escritorio reflejaba actividad. Hacia tiempo el abrecartas cumplía ya una función testimonial de otros tiempos. Ahora sólo era un articulo decorativo Costumbre que yacía en el espacio del romanticismo. Como una labor de artesano con el temple de un torero hundió el bisturí en el único orificio visible del sobre. Rompiendolo con un leve movimiento de muñeca, con la habilidad de un curtido gentleman, extremada sutileza en la suavidad sin ruido, como un cirujano bien entrenado. Cada vez que le llegaba una carta impulsivamente miraba el remite. Con fina sonrisa y un suspiro por bandera, calmaba su ímpetu descubriendo que era ella.
Irremediablemente era una cuestión de años. Un vinculo que quedo atrapado unos catorce años atrás. Un encuentro inesperado que desemboco en una historia de amor. Curiosamente la distancia no les hizo olvidar. Su vinculo las palabras. Su vida se deshizo. Comenzaron nuevas historias. Pero las frases, los renglones en el espacio en blanco de un folio asemejaban a la función de un funámbulo sobre el alambre peligroso de un abismo. Era una hermosa virtud sin peligro. Categórico en el respeto pero ese rito y esa solemnidad le confería cierto placer y cierto intimísimo. El cual muchas veces carecía.
El recuerdo quedo bajo las sabanas sus constantes vitales. El ritmo de sus vidas cada vez era mas descompasado el uno del otro. Rehicieron sus vidas, se enamoraron. Brotaron las flores de sus almas. Y así el tiempo dispuso de ellos. La culminación era un constante pulso que a cada determinación les volvía a unirse en forma escrita. Era una bonita manera de sentirse unidos. Avanzar en la vida juntos. Compartir sus vidas. Alegrarse y llorar su cotidianidad. Confesarse mutuamente y querer.
Una misiva de vez en cuando compensa los avances tecnológicos. No puedo olvidar la cara de felicidad al abrir el buzón y contemplar la mano amiga de un remite en forma de carta. Hay cosas que no se deberían perder.
Irremediablemente era una cuestión de años. Un vinculo que quedo atrapado unos catorce años atrás. Un encuentro inesperado que desemboco en una historia de amor. Curiosamente la distancia no les hizo olvidar. Su vinculo las palabras. Su vida se deshizo. Comenzaron nuevas historias. Pero las frases, los renglones en el espacio en blanco de un folio asemejaban a la función de un funámbulo sobre el alambre peligroso de un abismo. Era una hermosa virtud sin peligro. Categórico en el respeto pero ese rito y esa solemnidad le confería cierto placer y cierto intimísimo. El cual muchas veces carecía.
El recuerdo quedo bajo las sabanas sus constantes vitales. El ritmo de sus vidas cada vez era mas descompasado el uno del otro. Rehicieron sus vidas, se enamoraron. Brotaron las flores de sus almas. Y así el tiempo dispuso de ellos. La culminación era un constante pulso que a cada determinación les volvía a unirse en forma escrita. Era una bonita manera de sentirse unidos. Avanzar en la vida juntos. Compartir sus vidas. Alegrarse y llorar su cotidianidad. Confesarse mutuamente y querer.
Una misiva de vez en cuando compensa los avances tecnológicos. No puedo olvidar la cara de felicidad al abrir el buzón y contemplar la mano amiga de un remite en forma de carta. Hay cosas que no se deberían perder.
ah muy bonito!!!!. Prosa fluida y descriptiva que reverbera jugando entre nuestras neuronas haciendonos un leve cosquilleo de placer estático.
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