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“Hora ya”

Como en laberintos del ocaso la mente se pierde y hastía el pensamiento a pesar del deseo. Ella era reflujo de pesadumbre y sueños de establo estable. La manta sobre la cabeza y la madeja de lana sobre el nombre de el. Acostumbrada a los reveses de la luna con la cara misteriosa de su envés. Era hora de determinar el pretérito de sus labios. Era hora ya de yacer junto a un hombre bueno que borrase la determinación de sus equívocos. Era hora ya de tener su merecida tranquilidad que le ayudase a mitigar los traqueteos de la vida y olvidar los abismos cotidianos. Era hora ya de olvido y cara lavada. Aunque conservase su celo de hembra enfebrecida de halagos y de miradas de grados Celsius evaporadas en los sueños mojados de los hombres. En pulsiones de acometidas y abrazos desesperados. Era hora ya del amor cocinado a fuego lento. Conservar la esencia de sus besos y jugar con el destino a carta marcada. Fuera las fantasías y los órdagos a quemarropa. Era hora ya de sentirse la mujer de, la princesa prometida que llega a la costa sana y salva. 

Comentarios

  1. Señor Jerry Lee, bienvenido... ¡y gracias por deleitarnos con sus textos!
    No se vuelva a ausentar, le echábamos de menos.

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