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Coronavirus 13

Coronavirus 13



Un nuevo día al despertar. Hoy,  he tratado de mantenerme al margen de lodazar mi mente. De enfangar mi esperanza. Las estimaciones de mis planes. La audacia de mi día a día. Porque el hombre es animal de rutinas y, las rutinas deben modificarse si la costumbre es mancillada. 

En veinticuatro horas de mi reloj, hay ciertas acciones que se van repitiendo. Una de ellas he modificado. Aprovechando que la pizpireta Sara acoge la siesta con soltura y relajo, displicente, se encomienda al letargo. Hemos decidido no hacerlo nosotros también, para acumular fatiga y sueño. Así poder disfrutar de un paréntesis lúdico interesante. He dispuesto durante  el tiempo cedido, acercar uno de mis sillones a la ventana y recuperar cultura. Esa que se ha ido por el sumidero de los años, por la plegaria del trabajo. En ese espacio me vuelvo a encontrar con la lectura metódica, reposada y elegida. A ser posible en papel. Hay que ser un romántico para poder degustar más el placer. Ya que estamos enganchados todos a las pantallas. Ya sea por trabajo, rutina, necesidad o simplemente porque el hombre no va sabiendo hacer otra cosa. Enganchado a la, por otros denostada cultura. Esa cultura que les ayuda a sobrellevar los inciertos y desconocidos momentos que, estamos surcando. Como muchos otros sectores perseguidos por soflamas incendiarias. El colectivo como tal, tendrá sus personas solidarias y las que no. Allá cada cual con su conciencia. Pero todo el mundo que deniega, despotrica contra la cultura, Debería ser consecuente y no entender la vida como un puritano de doble moral. Por ese lastre que es sentido y abochornado, debería dejar de leer o de jactarse de ver todas las películas de las plataformas digitales o las series tan en boga. Apague la cultura el apóstata de las ideas y del saber. Apague la fórmula del conocimiento y del entretenimiento. Queme los libros que difieran de su ideal. Hagamos hoguera de vanidades, censure todo vano intento de enriquecer, espiritual y mental, al hombre. Tire todo a la basura del olvido, lo que tenga que ver con cultura y, usted me dirá si el confinamiento y la vida volverían a ser llevaderas. Otra cuestión es, la manera que cada uno quiera ayudar a su prójimo, eso va en conciencias. 

Porque no recuerdo esas voces que se alzan, orgullosas y rancias, cuando un sector que conozco, como es el sector servicios o el de empleadas de hogar quiebra en los hogares. No recuerdo cuando muchos empresarios sin escrúpulos lloran ahora. No recuerdo cuando quiebran los convenios. O cuando empresas de colectividades, de origen francés por poner un ejemplo, regatean como en mercados árabes, por bajar lo más posible al trabajador. O nadie despotrica cuando no se dan de alta a los trabajadores que tienen, para no cotizar y ahorrarse unos dineros. No se escuchan voces contra la precariedad laboral. Y ahora, las lágrimas de toda una sociedad claman venganza. Espero muchos aprendan la lección. Y por ejemplo, las empleadas de hogar no se vean despojadas de su salario, ahora que, no socorren la labor de nadie. Porque si el que clama dentro de la atalaya de su privilegio, no se hace solidario con el prójimo de alguna manera, no tiene derecho a criticar. Da tú el ejemplo primero y no muestres cara de doble moneda. No seas falsario de tu conveniencia. 

No escucho entre las refriegas a estos críticos despotricar contra las políticas de Trump, Boris Jonhnso y Bolsonaro. Ni contra sus teologías militares, Darwinistas y propagandistas. Demostrando que nadie estaba preparado. Es materialmente complicadísimo. 

Que necesaria es la lectura para comprender, aprender y relajarse de ciertos hábitos nocivos. Buena compañía y fiel amiga. Que buen rato el cedido por Sara, para mi solaz esparcimiento. Aconsejo su práctica. Y así nuestro aullido de resistencia seguirá siendo poderoso. 


Sigan resistiendo. Sigan bien. Nuestro aullido poderoso debe resistir unidos. 

Día 13 25 de marzo de 2020 

Si consideran este artículo de su interés no duden en compartirlo. 

Kerouac97@hotmail.com 

Comentarios

  1. Sin duda, señor Jerry Lee, un rato de lectura es un bálsamo poderoso.
    Gracias por colaborar en estos días con sus textos, que tanto bien nos hacen.

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