Coronavirus. Día 28
De victoria y evasión.
No se como voy a escapar. Tanta tensión en una cuenta atrás que no sabemos si ha comenzado. No sé cómo saldremos de aquí. Relajémonos. He huido de cualquier conato. He calmado mi espíritu y nena nadie nos podrá parar.
Después de un súbito descenso y acuciado por la ansiedad hoy respiro mejor. Fuera de los ruidos. No puedo discernir si los silencios son mejores en la diatriba de su entendimiento. No he dispuesto el sueño en la mejor cama pero cierta relajación me acompaña. A pesar de nuevas incertidumbres que espero se solucionen positivamente pronto. Los padres de David vuelvan a reencontrarse pronto totalmente recuperados. Hay radios y gramolas que aún necesitan un buen mantenimiento.
He huido de los Ladrones de sueños y de los hercúleos e incólumes hacedores del sentido común. Para desvariar en un mundo inaccesible a los seres inmaculados. Reencontrarme con el Peter pan que sacude mi conciencia y dice, no huyas de tu inocencia. Restableciendo los rincones y espacios donde guarecerse ante la tormenta. Son varios a los que siempre me dirijo en caso de necesidad. Muchos relacionados con mi juventud y adolescente vía. Podría ir a reconfortarme con la familia Albaceteña, auténtica estirpe que hace que me encuentre siempre bien. O dirigir mis pasos a la mocedad estudiantil o al solitario paseo por las calles de Madrid en premura existencial.
Pero esta vez hui a un lugar que me ha marcado hasta la muerte de mi nombre. Recorrí en el pensamiento la muy noble ciudad de Trujillo. El palacio de la conquista ejemplo nobiliario de la conquista española. Con sus 126 cabezas decorando el edificio, observando la variación de los pasos y ahora el mutismo de la plaza que lo acompaña. Como en la añorada procesión del Silencio que remarca los pelos en punta de lanza floreciendo un germinal sentimiento. Firmamento de experiencias y aventuras lozanas al encuentro del ser que soy. Sobre nuestras cabezas los rasgos incas que procuran no olvidemos. Resonando los apellidos que dieron cuerpo a este lugar: Chaves, Pizarro, Orellana, Altamiranos, Bejaranos y otros que pueblan la memoria. Entre callejuelas y calles voy disponiendo del paso preciso para degustar el placer que cautiva mi mirada ensoñadora. Intramuros de la ciudad cautivo algún que otro recuerdo. Y extramuros de la ciudadela al encuentro de venturas recorridas.
No hay mayor absolución para el miedo que la gracia de la evasión. Con la primitiva apariencia de mi locura manifiesta alinee la ruta para hacerla precisa entre las escaramuzas del paseo, la cabeza de zorro encontrada y alzar la vista a la alcazaba. Entre las murallas y el corazón contento, trastocadas las facultades con acopio de imágenes, mi temperamento calmo en un baño en la Alberca. Como en un zaguán de sencillo artesonado y la humildad que data en la suspensión de esta morada paisajista trate de apaciguar zozobra. Consiguiendo en este barrunto estado el proceder deseado. Así pues, conmino a mi querido lector a que después de un mal trago, se refugien en algún rincón del alma. Apaciguaran su porte y recrearán momentos felices. Nada más saludable en las funciones realistas que nos ocupan. Victoria y evasión para alcanzar objetivos necesarios.
Y el aullido retomó el impulso de su poder unido. Haciéndose con la voluntad de nuestro esfuerzo.
Día 28 09 de abril de 2020
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Kerouac97@hotmail.com
Me alegro mucho, señor Jerry Lee, de que, aunque aún con sueño por las preocupaciones, su aullido siga fuerte.
ResponderEliminar¡Gracias por acompañarnos un día más!