Coronavirus día 29.
De teléfono y humor
De teléfono y humor
Las llamadas de teléfono eran casi siempre amables. La lúcida luz de la comunicación, una ventana de proyectos e interrelaciones. Posibilidad y sorpresa, trato y dispendio. Truco o trato. Diversidad cuando la voz era abrazo. Después vino la tecnología. Control y pesadumbre. Enfermedad, problemas, desasosiego y miedo.
Ya veinte años de mi trato distante con el móvil. Desde que una exnovia me regaló el primer móvil que tuve. A partir de ese momento las cadenas se fueron haciendo evidentes. El trabajo fue condena con el cacharro a cuestas. Para más inri, uní por comodidad el número personal con el número laboral. Craso error del que me di cuenta tarde. Trufado con llamadas de noticias silentes y mal fario en sucesivas ocasiones. Luego la enfermedad de mi padre, años pendiente del sobresalto. Llamadas posteriores de personas con problemas y siempre con la negativa obstinación de ocupar tu tiempo, terceras personas preocupadas y tan sólo era un medio de sobresalto. Interrumpiendo tu simple cotidianidad para agriar tus minutos. Simplemente para escuchar las broncas desairadas de clientes destemplados o para aguantar la irritación y la frustración de los demás. Sabiendo que el agradecimiento siempre es escaso y los favores se vuelven obligación. Fue un mal negocio mezclar trabajo y vida privada. Dentro del absurdo de mi decisión, pensando en los demás, me cegué de veras y mis labios cedieron como siempre. Corto que es uno en algunos avatares.
De nuevo la tensión se palpa. Treinta y ocho grados y medio, la llamada anunciaba. Estable dentro de su estado. Observación necesaria con el transcurrir de las agujas. Mañana si todo va bien no llamarán. Reiteró mi nervio y la ansiedad que me produce el sonido de la llamada. Los giros de acontecimientos son constantes. La tensión vuelve a aparecer y la necesidad de que mañana el teléfono esté solvente de silencio, una necesidad. Ojalá su marchamo visual no vea truncada su esperanza. La calavera verá la noche derramada pero la claridad verá el día del descanso.
Así pues en este trajinar constante de emociones no hay mayor defensa que el mejor humor. La ironía franca y bien intencionada. También es posible el otro extremo, ahora que han hecho un programa de televisión con sketch humanizando con humor la situación, según parece. Quizás no hayan sido los actores adecuados para muchos videntes, de la televisión y de la vida, ya que seguramente su crítica tenga visos de certeza, amparados en que nunca reciben ni nunca mandan memes, fotos, videos, bromas etc para sobrellevar el tedio del miedo y hacer más agradable la espera. Ya que podría censurarse como algo de mal gusto. Todo es respetable, desde luego, cada uno afronta la batalla como puede. Por mi parte siempre los problemas y tristezas a parte del quebranto, el humor creo necesario para animarnos y no hundirnos. La elección es de cada uno y ser consecuente con ello, lo deseado. Vaya, acabo de recibir un chiste de mal gusto de uno de estos críticos del humor. Será que ha cambiado su apreciación de cómo llevar el cautiverio. Cuestión de gustos de colores en el humor. Pero a mi ni el amarillo ni el negro me halagan. Así pues, déjenlos para su satisfacción. Yo esperaré mañana a no recibir ninguna llamada de malaje palpitar. Si cocinar algo de humor blanco.
Sigan con el aullido poderoso, y rían con la vida hasta por desgracia, la muerte se ría de nos.
Día 29 10 de abril de 2020
Si consideran este artículo de su interés no duden en compartirlo.
Sí, señor Jerry Lee, el humor es como sus artículos: tenerlo en el día a día hace más llevadera la vida.
ResponderEliminar¡Gracias! Mucha salud para usted y los suyos.