Coronavirus día 41
De nuevo la noche ocupó el insomnio. Acudí a la compañía de la radio cruda. Con la voz de la madrugada escuché entre la penumbra relatos de humanidad. Vivencias a las que agarrarse con la emoción del superviviente. Personas altruistas que sorprenden los tiempos fatuos. Sin necesidad del glamour de prensa rosa y grandilocuencia vacua.
Agotamiento de cifras y letras, con el impulso precursor de terapias y enseñanzas. Los ánimos son moneda corriente de vulnerabilidad y el estrés es una gestión de traumas con el miedo en acción. Van aliviando y solventando las historias que el trabajo les da con la humildad de lo sencillo. Sin necesidad de ruido que las espante. Pero con la perentoria incisión de que lo primario sea siempre reconocido. Lo precario y el distanciamiento social es complicada vivencia en los barrios sin luz, en los pisos sin ascensor de escaleras angostas y en los territorios deshabitados en los que las velas escasean.
En la capacidad de reinventarse está la virtud del futuro. En las horas íntimas del aislamiento social y en el flujo cotidiano de tu recóndito espacio debes aventar futuro. Que sea alivio del mañana de tierras pantanosas. Que la dureza de lo vivido y la solidaridad que muestran los capítulos positivos de la experiencia sea resultado de asistencia. El traslado generador sea corriente amparo del valor del aplauso. Enseñándonos que existen anónimas personas que luchan y con sentido común protegen a todos en la distancia. Espero que las ganas de abarcar más de lo posible sirvan de canal de proteccion, intensificando la fuerza y que el poso quede. Comprendiendo que no debemos tener una sociedad en lo que lo material prime y todos queramos ir por encima de nuestras posibilidades. En este contagio diario de enseñanzas. En este continuo desvarío de emociones, el abrazo es el premio deseado. El consuelo necesario. Compulsar la vida con el sello de la esperanza y cada día sea un logro.
Con los relatos escuchados y los gestos de protagonistas desconocidos España sigue soñando. Fuera de escaramuzas y reyertas con el odio por bandera. Alejados de la insalubre presencia del horror verbal sin ánimo de solución, por salud mental hace tiempo alejado. A cobijo de la emoción del que cuida de nosotros y, a las historias que acompañan la soledad del desamparo. Ese es el cómputo que suma en su generosidad no pedida. En el latente paso de su gestión que genera vida e ilusión. En esa lucha desprevenida y con la riqueza de su esfuerzo. En esta crudeza de Primavera invernal el miedo existe pero la garantía de su labor es primordial para vencer. Por eso, agradezco a todo el personal esencial que sin su acción no podríamos pensar en un mañana mejor.
En este aullido crudo y humano sentimos la necesidad de la sociedad reinventarse para sobrevivir.
El aullido acompañado tiene mayor fuerza contra el estruendo que nos intenta quebrar.
Día 41 23 de abril de 2020
Señor Jerry Lee, me permito hoy, en este Día del Libro, no hacer referencia específica a su artículo, sino darle las gracias por su escritura constante, que mantiene nuestro aullido audible.
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